Alguien que decide que «esto no va a funcionar» es posible que esté secuestrado por el pesimismo. ¿Por qué no va a funcionar? ¿Hemos valorado las posibilidades? ¿De dónde nace nuestro ímpetu para que funcione? Tal vez hayamos tirado la toalla y lo que ocurra sea una profecía autocumplida.
Además, en caso de que no funcione lo importante es saber por qué y apostar por una nueva propuesta.
Pongamos un ejemplo. «La gestión pública no funciona».