¿Cuándo aprender algo deja de ser
divertido? Probablemente cuando nos hacen sentir que lo que verdaderamente
merece la pena alcanzar es un resultado.
¿Cómo es posible que a un niño
que no sabe leer o que está en pleno proceso de aprendizaje le entusiasmen
tanto los libros y a uno con diez o doce años no quiera abrir ninguno si no es
por obligación? Aquí falla algo.
Así vamos dejando de sentir
curiosidad, o por lo menos, no nos permitimos seguir ese impulso de descubrir. Y
esto ocurre de forma paulatina, claro.
Si ahora mismo tuviéramos que
aprender a la edad de treinta o cuarenta años, probablemente la mitad no
montaría en bici o no conocería el