Cómodo apartamento, no muy soleado, pero
acogedor. Bien comunicado y cumple nuestra expectativa: la de no escapar nunca
de allí. Es la llamada caja de Skinner, desarrollada a partir de la caja-problema. Que ya con el nombre es para salir corriendo. Sin embargo, tal vez sea
por eso de “más vale lo malo conocido…” que no nos da por hacer mudanza.
Desgraciadamente, los pobres animalillos
de laboratorio son utilizados para fines “en beneficio de la humanidad”, aunque
claro está, que no hay quien se crea que teniendo animales enjaulados generándoles
sufrimiento vayamos a crear un buen karma de salud y bienestar para todos. La
soberbia no tiene límites.
En realidad no harían falta tantas
pruebas y experimentos para saber cómo funcionamos los seres humanos: si nos
dejan, mucho peor que los animales de laboratorio. Nos crean jaulas y nos
pasamos el resto de la vida manteniéndolas bien cuidadas. Perpetuamos nuestras
jaulas invisibles estableciendo nuestros condicionamientos clásicos, operantes
y de todo tipo. Somos víctimas de nuestros carceleros y carceleros