9 de febrero de 2014

Viviendo en la caja de Skinner

Cómodo apartamento, no muy soleado, pero acogedor. Bien comunicado y cumple nuestra expectativa: la de no escapar nunca de allí. Es la llamada caja de Skinner, desarrollada a partir de la caja-problema. Que ya con el nombre es para salir corriendo. Sin embargo, tal vez sea por eso de “más vale lo malo conocido…” que no nos da por hacer mudanza.

Desgraciadamente, los pobres animalillos de laboratorio son utilizados para fines “en beneficio de la humanidad”, aunque claro está, que no hay quien se crea que teniendo animales enjaulados generándoles sufrimiento vayamos a crear un buen karma de salud y bienestar para todos. La soberbia no tiene límites.

En realidad no harían falta tantas pruebas y experimentos para saber cómo funcionamos los seres humanos: si nos dejan, mucho peor que los animales de laboratorio. Nos crean jaulas y nos pasamos el resto de la vida manteniéndolas bien cuidadas. Perpetuamos nuestras jaulas invisibles estableciendo nuestros condicionamientos clásicos, operantes y de todo tipo. Somos víctimas de nuestros carceleros y carceleros