No hay pobres, hay desposeídos y
ladrones que roban.
Y por supuesto, no es lo mismo “ser”
que “estar”. Ser pobre nos hunde en la miseria a la que nos han condenado
aceptando esa etiqueta, que más que una etiqueta casi acaba formando parte de
nuestro adn. Estar desposeído es como nos han dejado, no lo que somos.
Cada palabra que nombramos es
importante porque marca nuestro pasado, presente y futuro. Nos permite
identificar nuestra posición y nos da la posibilidad de salir de ella.
Ser pobre es casi una casta; ha
dejado de ser una circunstancia para formar parte de la personalidad. Cuando
uno es pobre se limita, se conforma y, como mucho, lucha por su dignidad de
pobre, pero en la mayor parte de