Nos contradecimos, reculamos,
ponemos pegas, y todo por no elegir un sitio donde estar y por el que luchar.
Sin embargo, nos pasamos la vida buscándolo. Eso sí, ninguno termina por
convencernos del todo. Y cuando otra persona lo encuentra y toma la decisión de
permanecer en él, protegerlo, defenderlo y ser consecuente con sus actos,
decimos que es una
10 de julio de 2012
Comprometerse hasta el final
Hay un miedo aferrado a nuestro
estómago cuando escuchamos la palabra compromiso. Es como si renunciáramos a
nuestra libertad. El resultado es que acabamos siendo zombis deambulando.
9 de julio de 2012
Un grano no hace granero, pero... ya se sabe
Así es. Probablemente un grano
sea inapreciable pero puede determinar el peso de la balanza. Nunca se sabe.
Sin embargo, no hacer nada por la equivocada idea de que va a servir de muy
poco, nos condena.
Es posible que la conciencia esté más desarrollada, pero aún no pasamos a
la acción. ¿Cómo puede ser que haya tantas personas que ven injusticias,
abusos, desigualdad, falta de amor, de compasión, de dignidad humana y tan
pocas que se movilizan contra ello? No cuadran las cuentas.
Eso de “total, para lo que va a
servir” o también “¿qué puedo hacer yo si son una mayoría y yo una sola persona?”
son justificaciones para ocupar una posición de derrota que sí sirve de algo:
de mantener toda la injusticia que hay alimentando así a un sistema enfermo. Es
decir, no hacer nada por el bien, no significa ser neutral. Es imposible. Si yo
no aporto nada bueno, estoy automáticamente poniendo algo malo. Es como ver a una
persona pegar a otra y decir: “aunque no los separo, por lo menos no estoy
pegando
8 de julio de 2012
¡Benditas hormonas!
Irrumpe la adolescencia como una
tormenta de verano. Sin previo aviso y, por lo tanto, sin haber tenido en
cuenta nuestra desnudez y la falta de un lugar donde resguardarse.
La infancia conecta con la
verdad, la adolescencia la defiende. Lo que ocurre además son innumerables
cambios a una velocidad pasmosa, difícil de asimilar. Comenzamos a medirnos con
nosotros mismos y con los demás. Cuál es nuestro poder, hasta dónde llegamos
con nuestra determinación. Y cómo no, todo lo que sentimos de piel para adentro
y de piel para fuera; y en la misma piel, donde las hormonas encuentran un límite
muy fino y salen al exterior explosionando. Todo es visceral. Comenzamos a ver
a través de nuestros propios ojos, y no de los de
7 de julio de 2012
Enorgulleciéndonos
¿Qué idea tengo de mí, de quién y cómo soy? Responder
a esta pregunta no resulta tarea sencilla. Tratamos de recordar lo que nuestra familia y entorno cercano nos han transmitido, contabilizamos los atributos con los que la vida nos ha bendecido -inteligencia, belleza, atractivo...-, analizamos las actividades en las que lo hacemos bien y en las que no lo hacemos tan bien, etc. Y toda esa información interna y valoración externa sobre nuestra persona, transmitida desde el
amor es lo que conforma nuestra identidad.
Es francamente necesario que nos
valoren y nos comuniquen cómo nos ven para, desde ahí, sumado a nuestra propia
percepción, nos sintamos seguros y vayamos por el mundo con paso firme, decisión y aplomo.
Con todo eso, podemos pasar a la
acción. Del «ser» al «hacer». Si no tenemos ni idea de cómo somos o lo que ocurre es que nos
sentimos con un profundo complejo, no vamos a hacer nada, o muy poco. Si el «ser» configura
6 de julio de 2012
Esto... ¿puedo decir algo? Bueno, mejor no.
Todos tenemos algo que decir,
algo importante. Lo que pasa es que no nos han hecho ni caso nunca, de modo que
acabamos por creer que sólo decimos tonterías, o que nadie va a escucharnos y
tomarnos en serio. Nos hemos acostumbrado a ello, lo hemos aceptado, y como
somos tan obedientes, comenzamos a decir tonterías.
¿Qué tenemos que decir? ¿Qué
queremos decir? En lugar de eso, decimos otras cosas que no son nuestras, pensando que las nuestras -cuando aún sabemos cuáles son- resultan aburridas o tontas.
Imitamos como loros, y al cabo de los años, nos damos cuenta que hablamos igual
que nuestro padre o que nuestra madre, decimos las mismas cosas y tenemos un
visión parecida del mundo. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a eso si en
plena adolescencia dábamos patadas en las espinillas de todas esas frases
5 de julio de 2012
Dignidad. Siempre dignidad.
La escena en la que Don Lockwood
(Gene Kelly) habla de la dignidad a una periodista sobre la alfombra roja en «Singing
in the rain» –maravilloso e imprescindible film, dicho sea de paso-
siempre me ha dado qué pensar. No porque sea una escena trascendental, sino por
todo lo contrario. El protagonista narra su pasado solemnemente atribuyéndole dignidad mientras en las imágenes se ven a dos personajes –su amigo y él- desde la más tierna infancia haciendo de todo para sobrevivir. Y
aunque sea en clave de comedia, eso es dignidad.
Dignificar al ser humano consiste
en no venderse y no vender a nadie. Y no resulta tan fácil en los tiempos que
corren, donde el miedo nos lo inyectan con el desayuno, la pena nos la ponen en
bandeja o delante del espejo al vestirnos de rutina y el odio nos revienta en
la cara cada vez que
4 de julio de 2012
Dónde está el problema, matarilerilerile...
Y vienen y te preguntan “A ti
¿qué te pasa? ¿Cuál es tu problema?”. Y se oye el eco de tus pensamientos que
buscan entre neuronas y neurotransmisores alguna respuesta válida para salir
del paso. Aunque siempre con la esperanza de encontrar la verdad si somos
honestos.
Quien nos pregunta puede ser
alguien que nos quiere o incluso nosotros mismos tratando de averiguar qué hay
más allá de la falta de consecución. Por supuesto, si nos lo pregunta alguien
que no está en esa posición de cercanía y vínculo no nos vamos a molestar ni en
pensarlo. Con un simple “Nada. No me pasa nada” damos la conversación por
concluida.
Sin embargo, ofrecer esa
respuesta cuando el interlocutor se interesa de verdad por nuestro estado y
busca ayudarnos, es un sabotaje en toda regla
3 de julio de 2012
Sueños y espejismos
En general, la creatividad, la
imaginación suele ser la hermana pobre del poderoso hemisferio izquierdo del
cerebro más analítico y funcional. Eso de jugar, dibujar, disfrazarse y creer
que somos piratas en una isla llena de delfines voladores, donde las plantas
contienen secretos que nos llevarán a una cueva mágica está muy bien, es muy
divertido un rato, pero en la educación que hemos recibido, sirve francamente
de muy poco. O eso nos han hecho creer.
Hacer volar nuestra imaginación
según pasan los años cuesta cada vez más y nos anquilosamos en una realidad
gris con escasa proyección a un futuro diferente a este presente que vivimos.
Una cosa está clara: si no
imaginamos el futuro que queremos, la vida que anhelamos, nunca vamos a llegar
a ellos. Decir “quiero otra cosa que no sea ésta” tal vez ayude en un
restaurante eligiendo plato a la carta. Y aún
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2 de julio de 2012
El amor en los tiempos de crisis
Hablar de amor en los tiempos que
corren produce una sensación extraña, como de mantenernos al margen de lo que
sucede en la sociedad.
Sin embargo, es la única manera
de salir adelante y cambiar el mundo. Luchar contra lo que no queremos sin
desarrollar lo que queremos es dar poder a lo que no queremos y aceptar su «guerra».
Entregarnos a amar es desarrollar
algo que a los explotadores de la clase política y económica les resulta
totalmente ajeno. El amor es tan puro que en sus amurallados corazones no
entra, en sus conciencias desconectadas de la vida ni lo perciben ni creen en él.
Es fundamental defenderse y
desarrollar.
Por un lado, está la sociedad y, por otro, la vida. Desgraciadamente, no tienen nada que ver. Dónde decide estar cada cual, es una
decisión personal, pero no se puede confundir. Decir «¡Qué asco de vida!» es
querer referirse al asco de sistema
1 de julio de 2012
De las necesidades a los sueños
Pasar de buscar realizar los
sueños a simplemente luchar por cubrir necesidades básicas es un salto
demasiado grande para asumirlo con tranquilidad.
En nuestro extenso vocabulario
podemos hacer una escala gradual entre ambos conceptos. Partiendo de necesidad, pasamos a deseo,
después a ilusión y por último a sueño. Probablemente quepan otras palabras
intercaladas que vayan en esa línea, pero de momento, lo dejamos así. Van desde
la parte física hasta la conciencia espiritual, pasando por emociones e
ideales.
Lo que tienen en común todas
ellas es que forman parte de algo mucho más grande que es el derecho universal
de todo ser humano. Es decir, que todos tenemos derecho a cubrir necesidades,
cumplir deseos, realizar
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