La magia empieza desde bien
pequeños. Cuando somos conscientes de que existe un mundo mágico que vela por
nosotros. Todo es posible y nosotros hemos cumplido con nuestra parte: hemos
sido buenos. Más o menos. Las travesuras no cuentan; al fin y al cabo somos
niños ¿no?
Hay un concepto clave y es que
alguien tiene el poder de hacerme feliz. Ese alguien puede llamarse Melchor,
Gaspar o Baltasar.
Con tal expectativa e ilusión
escribimos la carta, pidiendo a los Reyes Magos que nos traigan lo que queremos,
lo que soñamos.
Todo lo envuelve un halo de
misterio, de bondad, de amor, de magia y nos encanta. Por supuesto, siempre
existen renegados al puro estilo Mr. Scrooge que tachan el momento de comercial, consumista,
etc. tratando