A veces buscamos nuestro sitio
en el mundo, el lugar que nos corresponde y no damos con él. Es como si no
existiera. Sí el de los demás, pero no el nuestro. Entonces uno se pregunta la
causa. Pero es tan atípico que no la encuentra. Entonces le da vueltas al
asunto. “La vida no admite jerarquías, por lo que hay para todos, incluido yo
mismo” nos decimos. “Entonces ¿por qué no encuentro mi sitio?”. Y es ahí, horrible
y temido momento en que se nos hace un nudo en la garganta: "la culpa es
mía". ¡Oh, dios mío! ¿Qué puedo hacer para encontrar mi lugar en el mundo?
Y uno hace de todo. Sobre todo mal y con desesperación. Tranquiliza un poco saber que no sobramos, que hay sitio para todos. Que está vida no es un overbooking dentro de una compañía aérea que a la mínima te dejan en