La magia empieza desde bien
pequeños. Cuando somos conscientes de que existe un mundo mágico que vela por
nosotros. Todo es posible y nosotros hemos cumplido con nuestra parte: hemos
sido buenos. Más o menos. Las travesuras no cuentan; al fin y al cabo somos
niños ¿no?
Hay un concepto clave y es que
alguien tiene el poder de hacerme feliz. Ese alguien puede llamarse Melchor,
Gaspar o Baltasar.
Con tal expectativa e ilusión
escribimos la carta, pidiendo a los Reyes Magos que nos traigan lo que queremos,
lo que soñamos.
Todo lo envuelve un halo de
misterio, de bondad, de amor, de magia y nos encanta. Por supuesto, siempre
existen renegados al puro estilo Mr. Scrooge que tachan el momento de comercial, consumista,
etc. tratando
de tirar por tierra el amor que es la base en la que se fundamenta esa relación niño-Rey Mago.
de tirar por tierra el amor que es la base en la que se fundamenta esa relación niño-Rey Mago.
Contamos los días desde muchos
meses antes hasta que por fin llega la ansiada noche del 5 de enero. Seguimos
portándonos bien, porque parece que según el efecto de recencia, los últimos
momentos cuentan más que el resto del año. La carta está más que mandada aunque
tenemos alguna petición de última hora que ya veremos si podrá ser atendida.
Como interlocutores, se lo comunicamos a nuestros padres. Parece que ellos
tienes contacto directo.
Noche de Reyes y el evento más
impactante de todo el año: la cabalgata. Vemos a nuestros admirados héroes
rodeados de un séquito igual de mágico que ellos. Todos desbordan felicidad,
alegría, esperanza. Todo brilla, llueven caramelos, música… ¡anda, nuestras
cartas! Y por fin ¡los vemos! E incluso ellos nos han visto a nosotros. Es
imposible vivir mayor excitación. Cuando llegamos a casa y limpiamos un zapato
(el otro sigue lleno de barro) y ponemos agua para los camellos, vino para los
Reyes (supongo que no es en todas las casas, de lo contrario acabarían la noche
cantando “Asturias patria querida” abrazados y con los regalos sin repartir) y
unas naranjas o polvorones como tentempié, sabemos a ciencia cierta que no
vamos a poder pegar ojo de los nervios que tenemos. Hasta que caemos rendidos y
al despertar… ¡ya han llegado! ¡Han venido los Reyes! ¡Arriba todos! Los Reyes
han cumplido su palabra: han traído lo que les hemos pedido, a veces con
ligeras variaciones, pero nada serio. Lo de las camisetas interiores se lo
podían haber ahorrado porque eso es más doméstico y seguro que nuestra madre
nos lo hubiera comprado sin necesidad de meter a los Reyes por medio.
La cruda realidad a la que nos
enfrentan cuando vamos cumpliendo años es deslegitimar esa relación de amor
transformándola en “debes hacerlo solo”, “nadie quiere a nadie”, “depender de
que otro te haga feliz es de débiles” o "la magia no existe" con la excusa de que ya somos mayores.
Como si ser mayor significara que hemos dejado una etapa de fantasía, ilusión y
felicidad dando paso a la decadencia y soledad. El caso es que lo de que “el
poder de que me hagan feliz es de otro” nos da urticaria porque nos hace
sentirnos vulnerables, ya que puede que nadie busque hacerme feliz como yo
quiera y para siempre. Lo que ocurre es que si eliminamos esa premisa, hacemos
lo mismo a la inversa donde yo tengo el poder de hacer feliz a alguien. Yo soy
Melchor, Gaspar y Baltasar juntos.
Y si no llevo los regalos a la
persona que necesita recibirlos, no va a ser feliz y no va a buscar hacer lo
mismo a su vez.
El mensaje que nos dejan los
Reyes Magos a través de su sabiduría es precisamente ese: somos totalmente
capaces de crear un mundo mágico y hacer que todo sea posible porque tenemos el
amor, el poder y la voluntad de que así sea. A cambio, cuando nos toca recibir,
hay que portarse bien e incluso dejar agua, vino y polvorones. Y seguir el
impulso de los Reyes Magos, buscando hacer lo mismo siendo medio para que las
ilusiones, los sueños de otros se hagan realidad.
Así, en representación de todos
nosotros, tres reyes se suben esta noche a sus carrozas para transmitir que todos
somos como ellos, que tenemos la capacidad de llevar ilusión, amor y alegría a
cada rincón del mundo.
¡Felices Reyes y os deseo que os traigan todo lo que hayáis pedido!
Me ha encantado Maite,muchisimas gracias. Me has dado un regalo de Reyes maravilloso. He vuelto a recordar la fantasía y lo impoftante que era para mi ver a los Reyes Magos de Oriente.tambien me veo a mi misma en lo rutinario sin esa emoción de la que hablas, y claro es que me había olvidado del KIT de la cuestión. Me ha encantado el regalo :-)
ResponderEliminarPrecioso artículo. No se me hubiera ocurrido esa metáfora tan bonita de que seamos comos los 3 reyes juntos y ¡¡¡es verdad!!! Gracias. Lorena.
ResponderEliminar