Ya nos dijeron en “La Bella y la Bestia ” que la belleza está
en el interior, pero por algún motivo nos cuesta creérnoslo. A lo mejor es que
está un tanto abstraído el concepto en el musical y por eso no lo vemos
fácilmente.
¿Qué es la belleza? ¿Es subjetiva?
¿Es cuantificable? ¿Es jerárquica? ¿Depende de quien la contempla? Podemos
hacernos las preguntas filosóficas que queramos; eso sí, alguna respuesta
también tendremos que dar.
Los cánones de belleza han
buscado estructurar, clasificar, seleccionar lo que es atractivo al ojo humano
de lo que no lo es con diversos resultados que varían a lo largo de la historia
de la humanidad y de las culturas.
La belleza en la naturaleza puede
aglutinar un criterio más unánime. Por ejemplo, el amanecer, un águila planeando,
un bosque, etc. Es raro escuchar afirmaciones del tipo: “Éste amanecer es más
feo que el de ayer”. En la naturaleza lo que es, es. Y todo es bello antes de
que intervenga el ojo
o la mano humana. ¿Qué ocurre entonces con nuestra propia especie? ¿A santo de qué viene tanto complejo, tanta obsesión por ser más joven, más alta, más gorda, más pelirroja, más lo que sea? ¿De dónde proviene tanta inseguridad?
o la mano humana. ¿Qué ocurre entonces con nuestra propia especie? ¿A santo de qué viene tanto complejo, tanta obsesión por ser más joven, más alta, más gorda, más pelirroja, más lo que sea? ¿De dónde proviene tanta inseguridad?
Lo habitual suele ser crear
jerarquías donde hay personas bellas y otras que no lo son. Esto lo hacen en
general los seres humanos que buscan someter a una tortura a la persona con esa
mentira. Porque cuando nos lo creemos, lo que ocurre es que hacemos de todo
para cambiar nuestro aspecto y que nos quieran, que, en definitiva, es lo que
todos y todas buscamos, lo reconozcamos abiertamente o no, seamos conscientes
de ello o no. Y ese hacer “de todo” incluye barbaridades como pasar por un
quirófano.
El criterio de dividir a seres
humanos en mejores o peores según un aspecto físico aleatorio, suele venir de
misóginos en el caso de la relación por parte de los hombres hacia las mujeres,
que buscan destruirlas por odio. Pero si se destruyen ellas, pues trabajo que
se ahorran. Ellos sólo encienden la mecha de la pólvora.
En el caso de las mujeres que
odian al hombre le hacen pasar por una tortura similar cuestionando su aspecto
físico y, en este caso, la relación que tiene con su hombría o
heterosexualidad, haciendo que se consuman poco a poco en su inseguridad y complejos
sin fin.
Las mujeres han sido y siguen
siendo las grandes perjudicadas porque, buscando ser amadas, cuando son
etiquetadas como feas o poco atractivas, se quedan fuera de juego y despojadas
de poder. Así el hombre no se siente amenazado por ellas.
Sin embargo, los hombres han
pasado por el aro y también ellos acaban sintiéndose dudosos de sus valores,
resignándose a ser machos beta en lugar de alfa atendiendo al erróneo y dañino
criterio de mujeres resentidas.
El desprecio, las jerarquías, los
juicios y las condenas están fuera de la Vida.
¿Qué es entonces la belleza? Es
la manifestación del alma a través del cuerpo. El alma es pura, inmensa,
ilimitada, rebelde, llena de amor, de grandes ideales,… Es nuestra esencia.
Cuando estamos conectados a ella y permitimos que se manifieste a través de
nuestro cuerpo, incluyendo todas las pulsiones de amor, entrega, pasión,
creatividad, vínculos sanos, relaciones de verdad, etc. entonces somos bellos y
bellas. El alma, nuestro ser interior, o como quiera llamarle cada uno, lo
tenemos todos. En nuestra mano está mantener todos esos valores limpios y
disponibles ayudándolos a desarrollarse. En nuestra mano está también generar
salud en el cuerpo físico para que no haya distorsiones de la manifestación de
nuestra alma. De hecho, si una de las dos está tocada, la otra también cae en
picado oscureciéndose toda posibilidad de atractivo y belleza.
Resumiendo, lo que emitimos a
través de nuestro cuerpo es lo que nos hace bellos. No son las facciones en sí,
sino el amor que sale de nuestra alma y pasa por nuestras células que se ven
reflejados en nuestros gestos, nuestras expresiones, nuestros estados
emocionales, etc. Todo eso nos cubre de belleza.
Cuando alguien nos mira y nos
condena a ser feos o feas, está haciendo daño, abusando de una vulnerabilidad o
inseguridad que la persona ha generado por falta de estímulo positivo y por excesiva
exposición a estímulos y criterios negativos profundamente equivocados.
No hay nadie feo. No hay nadie
sin atractivo sexual, lo diga quien lo diga. Obedecer a un criterio destructivo
nos deja fuera de juego. La mentira es el arma más mortífera para el ser humano
porque no puede defenderse de ella. Por este motivo, es urgente rebelarse y no
seguir autodestruyéndonos. Amarnos, saber quiénes somos y descubrir las
mentiras que nos han contado es el primer paso para recobrar el poder robado a
través de una descalificación sobre nuestro aspecto físico.
No dar pie a envidias ni mentiras. Somos bellos tal cual somos. REconciliarnos con nosotros mismos, darnos la autoridad de lo que somos para que no se mueva según lo que otros digan. La verdad de lo que yo soy la tengo yo. Muy potente. Gracias!Lorena.
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