29 de junio de 2013

Ser fuertes

Somos fuertes por naturaleza. De lo contrario no aguantaríamos lo que aguantamos, que es mucho. No soportaríamos el dolor. Pero además tampoco podríamos soportar situaciones inhumanas como son el sufrimiento, el desamor, la traición, el abuso, etc. generadas en una sociedad enferma a causa de la mala leche de unos cuantos.

En momentos críticos escuchamos eso de “Hay que ser fuerte”. Normalmente ocurre cuando no se puede hacer otra cosa. Es decir, cuando hay un duelo o cuando las circunstancias son tan adversas que no dependen de nosotros mismos. Y es lo único que podemos ser: fuertes. ¿Por qué? Porque hundirse no es muy inteligente ni nada estratégico. De
hecho la depresión o la pataleta no conducen a ninguna parte, o por lo menos a ninguna parte positiva/constructiva.

Además, no sólo hay que ser fuerte, sino también parecerlo. Si nos dan una patada en el hígado porque no lo hemos previsto y no nos hemos podido proteger, mostrar vulnerabilidad abre la veda a buitres carroñeros que buscan rematarnos o ser espectadores de la agonía. En esos momentos, sabemos quién nos puede ayudar y nos puede curar y quién no. De tal manera, que nos camuflamos para no ser vistos y buscamos reponernos de las heridas causadas.

Somos fuertes y somos rápidos. Esa es nuestra naturaleza. Podemos aguantar las adversidades y evitar ser cazados. Para cuando van a ver si estamos, ya nos hemos escabullido lejos, siempre para adelante, por supuesto. Por eso somos héroes y heroínas anónimos. Desconocen nuestra fortaleza y nuestra velocidad, nuestras estrategias y nuestra grandeza de espíritu. Lo malo es cuando uno mismo también desconoce todos esos valores, porque no puede hacer uso de ellos, ni desarrollarlos y se encuentra a merced de cualquiera que busque impedir nuestro camino.

Podemos creer en el destino, que al final todo estaba escrito. Pero no es muy probable que estuviera escrito en ningún sitio que nuestro destino era derrotarnos o esperar o no conseguir nada de lo que queremos en la vida. Nuestro destino es tener éxito, y por el camino aprender a hacerlo mejor. ¿Cómo es el éxito –que no el logro-? Eso es un misterio hasta que no vivimos toda la aventura y llegamos a él.

 Ahora bien, ¿cómo ser fuertes cuando por dentro estamos desmoronándonos o vislumbrando las ruinas? Sólo hay una manera: conectando con la Vida. Es una conexión espiritual donde sabemos que la Vida está con nosotros siempre que elijamos el buen camino. Este camino consiste en luchar por la vida hasta la muerte sin sufrir ni hacer sufrir.

Si hago lo que tengo que hacer, si cumplo mi responsabilidad, mi conciencia está tranquila y eso me pone fuerte porque sé que he hecho todo lo que podía hacer. Cuando no lo hacemos acabamos sintiéndonos mal con nosotros mismos, cobardes y débiles. Justo lo contrario a nuestra verdadera naturaleza.

La motivación para mantenernos fuertes, ser rápidos y luchar hasta el final es propia de cada uno. A algunos les mueve la injusticia, a otros los niños desprotegidos, a otros el abuso de poder o la dignidad de los trabajadores. Lo importante es que esa sensibilidad para movilizarnos sea nuestra guía para cambiar el mundo, no para generarnos sufrimiento.

En ese caso, las voces al más puro estilo de “El sexto sentido” hay que desterrarlas de nuestra cabeza cuando el mensaje es “no puedes”, “no va a servir de nada” o “si los demás no lo hacen, ¿para qué vas a hacerlo tú, pringao?”. Sabemos que esas voces son consecuencia de varios lustros de "borreguismo" por nuestra parte y de “chunguismo” por parte de otros.

Ya sabemos que atrás ni para coger impulso. Ahora también somos conscientes de nuestra fuerza, nuestra capacidad de reaccionar más rápido que un velocirraptor (que no sabemos si eran rápidos, pero el nombre es chulo) y ser más escurridizos que una anguila. Con la motivación tan poderosa como podamos tenerla, movidos por el amor y conectados a la Vida, somos imparables, impredecibles y por tanto, llegaremos hasta donde esté escrito y escribiremos nuestra propia historia.

6 comentarios:

  1. Si renunciamos a aquello que nos hace felices, si nos resignamos al abandono de las ilusiones, del mundo feliz... ¿Qué nos queda? ¿Qué razón hay que dé sentido a la vida? Sólo por eso sé que lo que se salga de ahí es mentira. Cuantísima razón tienes, GRAN MAITE!!! Muchas gracias por tus textos. Lorena

    ResponderEliminar
  2. Gracias Maite,a mi me estimulan especialmente los niños ,escribir mi historia personal, que va a ser la historia de muchas generaciones, me estimula mucho para sacar mi fuerza y mi capacidad de reacción ,es sagrado.El escribir mi historia junto a personas tan grandes como tú me hace muy feliz y me hace sentir muy bien acompañado,gracias

    ResponderEliminar
  3. La verdad Maite es que me dejas sorprendido con todo lo que que trasmites!!!
    Que fuerza tan grande tienes que ademas que si te dan te escapas y no hacea ni caso a los "depredadores".Me admiras muchisimo.
    Arturo

    ResponderEliminar
  4. Me gusta mucho la diferencia que haces entre el logro y el exito.Aunque sea joven he aprendido a tener paciencia y estrategia en la vida.Ole Maite.
    Desde las islas canarias .Yosua

    ResponderEliminar
  5. muchas veces es de dificultad protejer nuestra intimidad y seguir en una posicion digna, cuando atentan contra nuestros derechos e ilusiones.Apoyarse en la vida me parece maravilloso.Gracias maite eres un ejemplo de persona y de mujer.
    Isaias

    ResponderEliminar
  6. Gracias bonita por compartir la sabiduría universal con el universo entero!. Bea

    ResponderEliminar