4 de enero de 2016

Sacar el bicho

La especie humana ha evolucionado, se ha civilizado porque se ha orientado a vivir y formar civilizaciones. En la actual, lo que ha ocurrido es que se han premiado determinados comportamientos y penalizado otros. Ser racional está bien visto, ser emotivo no tanto. Ser impulsivo, depende del caso y ser espiritual apenas nada. Pero estos cuatro comportamientos, o mejor llamadas conciencias, son  imprescindibles
para tener un equilibrio. Cuando pesa más una que otra podremos llegar a abusar o ser abusados por otros.

El más básico, la conciencia más elemental es la que se fundamenta en que el bicho está vivo. Esto significa tener un territorio, defenderlo, cazar o proveerse y proveer a los suyos de comida y resguardo, satisfacer necesidades, reproducirse y desarrollar longevidad. Permanecer y dejar un legado. Es básicamente pasional, donde se busca poder y placer. Esto puede hacerse de dos maneras, orientado hacia el bien u orientado a cualquier otro sitio. Para ello está nuestra conciencia del bien, de buscar lo mejor para todos los seres, y todos es todos, incluidos nosotros mismos. La conciencia emocional –que busca sentirse bien emocionalmente, alegría, tranquilidad, amor…- e intelectual –que atiende a encontrar la forma de conseguirlo- están al servicio de la espiritual, que sabe que sólo es por el buen camino y el buen rollo o empieza a fallar el engranaje.

El problema de las nuevas sociedades es que nos han enseñado mal la conciencia pasional, y nos han hecho creer que sacar el bicho es malo si somos buena gente. Que las malas personas lo saquen, es normal, pero las buenas no tienen ese comportamiento. Eso significa que nos castran. Es una buena estrategia para no defendernos y no ir a por lo nuestro, sea poder, placer o ambos.

Así el miedo nos paraliza. En este caso hay dos versiones: tenemos miedo de que nos hagan daño o tenemos miedo de hacer daño. Y nos convertimos en Barbie y Ken: sin pelotas ni ovarios para el placer y/o para el poder.

Cuando tenemos el bicho secuestrado para “evitar problemas” o por puro terror, se nos llevan por delante. Probablemente nos roben lo que nos pertenece por derecho. Esto nos generará malestar que se traducirá en culpa –nos sentimos mal con nosotros y nosotras mismas-, enfado –nos sentimos mal con los demás- y al final, en ambos casos, tristeza profunda por la falta de realización.

El bicho quiere vivir y sólo hay que orientarlo para que lo haga respetando la vida, la propia y la de los demás, pero sin cortarse un pimiento. Por ello hay que poner en tela de juicio las normas sociales que buscan limitarnos, controlarnos, someternos. Las únicas normas que existen para dirigir nuestro comportamiento son las que nos marca la Vida donde lo fundamental que está prohibido terminantemente es sufrir y/o hacer sufrir. Y hay que tener presente que cuando sufrimos ya estamos haciendo sufrir. No coger el poder y los huevos y ovarios que nos da la vida para amar, defender, rebelarse, ya nos está haciendo sufrir porque no está dentro de nuestra naturaleza reprimirlo.

Sacar el bicho supone ser agresivo para defender y no violento para atacar. La violencia no está dentro de nuestra naturaleza y sí lo está la agresividad. Por eso, aunque tengamos miedo, se supera, se enfrenta, por la dignidad, la nuestra y la de toda la humanidad.

Cualquiera que busca abusar se alimenta de eso precisamente: de nuestra falta de determinación. Que no nos toquen… el territorio, el poder, el amor, la sexualidad, la reproducción, la felicidad, la realización, la ilusión… ni la nuestra ni la de nadie, porque si somos hombres y mujeres auténticas, el bicho sale para protegerlo todo.

2 comentarios:

  1. Defender para el bien. Si puede más la pena o el miedo, por ejemplo, que la ilusión y la alegría al sacar el bicho!! Gracias. Lorena.

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  2. Total,y que nadie piense que no tiene su bicho o que el miedo es más grande para uno que para otros,TOD@S lo tenemos y está para defender el Bien y proteger del abuso.Encontradlo que está ahí .Gracias Maite

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