6 de mayo de 2024

La esencia de la ilusión

Todos los seres humanos hemos pasado, estamos pasando y/o pasaremos por un duelo. ¿Por qué? Porque es así. Si podemos aceptar eso sin pesimismo ni cargas negativas, ya hemos avanzado bastante. Incluso en las películas infantiles ocurren sucesos trágicos o dramáticos que el/la protagonista debe afrontar. Lo importante, como en estas películas infantiles, es que acabe bien. Aunque tu tío mate a tu padre, como ocurre con Simba, hijo del Rey León; aunque un depredador acabe con tu mujer y todos tus hijos… menos uno, y encima lo capturen para un acuario en Australia, como le pasa a Marlin, padre de Nemo; como que encarcelen a tu madre porque ha querido defenderte de ser una víctima de bullying, como le pasa a Dumbo.

 

 

    Hemos perdido a alguien cercano, nuestro amor ha sido traicionado, no hemos podido realizarnos como soñábamos profesionalmente o a nivel personal creando una familia feliz, etc. Tenemos opciones para elegir. Eso sin entrar en enfermedades, guerras y otras desgracias sociales, que merecen capítulo aparte. 

 

    Físicamente es como si esa pérdida nos dejara un hueco. Es un vacío, pero no nos deja más livianos, sino que nos quita vitalidad, alegría y nos genera un peso del que nos cuesta liberarnos.

 

    Hablamos en términos de pérdida porque así lo sentimos y así lo hemos aprendido. Lo que no hemos aprendido porque no se fomenta es la cultura de la evolución y la superación con cambios, sin pérdidas. Si, de hecho, la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma, sería interesante extender ese mismo pensamiento a nuestra vida. Así sabríamos que no solo tenemos pérdidas sino maduración, transformación. Aceptación sin resignación. 

 

    La pérdida o el suceso traumático existe, no se puede obviar. Y para que acabe bien primero tiene que existir el proceso de superación del duelo. Eso es más difícil verlo en una comedia o en cualquier historia optimista porque ahí se suele pasar por encima sin profundizar demasiado, de manera que no sentimos el dolor tan presente. No obstante, en ese hueco que deja la pérdida de la ilusión concreta sentimos pena, angustia, rabia, vacío. Podemos buscar una explicación y podemos encontrarla o no. Incluso aunque encontremos una explicación a lo que nos ha pasado, al por qué no hemos conseguido nuestro sueño, es posible que no nos satisfaga ni nos consuele. 

 

    Una opción sería inventar la máquina del tiempo, pero mientras ocurre no podemos dejarnos morir. No podemos apagarnos. Sentimos en ese fracaso una luz que se apaga. Porque es posible que lo vivamos así, como un fracaso. En general, la situación en el presente suele responder a daños no sanados, a conflictos externos o internos no resueltos, a heridas que no hemos cerrado en el pasado. Pero esta visión supone ir cuesta abajo en la vida, asumir que hay deseos que jamás se van a cumplir.

 

    Vale. Hasta aquí llega la exposición de los hechos con un cierto aroma a derrota, a decadencia, a desazón. 


¡Cambio de visión de manera radical!

 

    Miremos al cielo, veamos el espacio que hay entre nuestros ojos y lo que contemplamos. Es enorme -y eso que la atmósfera y nuestra capacidad ocular nos lo dificulta-, pero podría ser ilimitado. Observemos la naturaleza, los animales, las aves, los árboles. Salgamos un momento de nuestros pensamientos y emociones para ver la vida. 

 

    Es posible, desde esa visión, que sea más fácil no renunciar a nada. No decir: se acabó, no hay nada que hacer. Ese es el primer paso para no cerrarnos a lo que la vida nos ofrezca.

 

    Tal vez queramos las ilusiones que teníamos en el formato en que las teníamos. Ahora toca ampliar nuestra mirada, como la del águila. Saber que siempre hay una esencia en esos sueños. La esencia siempre tiene que ver con el amor, con la realización, con la vida, con dejar un legado, con hacer feliz a alguien, con que nos hagan felices, con experimentar aventuras... Busquemos la esencia de aquello que pretendemos enterrar para hacer que viva y que adopte la forma que tenga que adoptar. Que nos sorprenda. Porque esa es la magia de la Vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario