No hay pobres, hay desposeídos y
ladrones que roban.
Y por supuesto, no es lo mismo “ser”
que “estar”. Ser pobre nos hunde en la miseria a la que nos han condenado
aceptando esa etiqueta, que más que una etiqueta casi acaba formando parte de
nuestro adn. Estar desposeído es como nos han dejado, no lo que somos.
Cada palabra que nombramos es
importante porque marca nuestro pasado, presente y futuro. Nos permite
identificar nuestra posición y nos da la posibilidad de salir de ella.
Ser pobre es casi una casta; ha
dejado de ser una circunstancia para formar parte de la personalidad. Cuando
uno es pobre se limita, se conforma y, como mucho, lucha por su dignidad de
pobre, pero en la mayor parte de
los casos, se acepta ese papel ya que con el tiempo, se va perpetuando y acaba resultándonos cada vez más difícil salir de ahí.
los casos, se acepta ese papel ya que con el tiempo, se va perpetuando y acaba resultándonos cada vez más difícil salir de ahí.
Ser pobre es una acepción que
puede lastrarnos generación tras generación. Es lo mismo que ser víctimas. Son
términos que debilitan. Si aceptamos ser víctimas, probablemente nos sintamos
indefensos, inferiores, débiles,…Uno acaba dándose de cabezazos contra unas
paredes llenas de prejuicios, de clasificaciones, de jerarquías.
Cuando unos roban, quitan a otros
lo que tienen dejándoles desposeídos. La desposesión no sólo es de dinero. Es
de valores, de cultura, de educación, de salud,… Tratan de robarnos los sueños,
los ideales, sometiéndonos a una relación de abuso.
Los niños es esto precisamente lo
que aprenden: si sus padres y su medio ambiente se enriquecen a costa de otras
personas, ellos imitarán esta conducta, y si los otros padres se dejan expoliar,
los otros niños continuarán ese mismo comportamiento.
Es muy crudo porque hemos pasado
de las relaciones de amor, de igualdad a las de transacción donde encontramos
intercambios “interesados”, de compra-venta. Y después de éstas, que ya son de
por sí lamentables, acabamos en las de “si no te vendes e intercambias, te lo
quito por las malas”.
¿Qué les decimos entonces a los
niños? ¿Que no va a ser lo que ellos quieran? ¿Que todo no se puede? ¿Que
tienen que conformarse? ¿Que ellos son ladrones o desposeídos y que tienen que
aceptarlo? Ni hablar.
Es urgente rebelarse a cualquier
abuso y recuperar lo que es nuestro. Cuando nos sentimos dispuestos y fuertes
para dar el paso suele aparecer el Pepito Grillo fatalista, el que considera
que eso no es posible. Es entonces el momento de quitarlo de en medio y mirar
el poder que tenemos para cambiar esa realidad. Y ese poder es mucho, y además,
se desarrolla de manera que cada vez es mayor.
Desde esa conciencia, podemos
recuperarlo todo. No desde el enfado, o la culpa, o la guerrilla sino desde la
claridad de lo que somos y lo que nos pertenece por derecho. Es decir, desde
nuestra grandeza.
Es toda una liberación desidentificarse de todo aquello que nos limita y, sobre todo, hace sufrir. Basta ya de paternalismo y victimismo. Eso es una lacra social. Ahora y siempre tenemos la oportunidad de salir de esa cadena http://www.maitemarin.com/2013/02/piedra-piedra.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed:+AmorConcienciaYRebelda+(Amor,+conciencia+y+rebeld%C3%ADa)&m=1revolución vital
ResponderEliminarEle! y más ele! cómo mola!! me recuerda a un libro de jefes indios que me acabo de leer. Cuando luchaban por su tierra lo tenían muy claro, aunque los blancos les superarán en cantidad y en armas súper poderosas. Los indios no se vendían. Gracias guapa!
ResponderEliminarRevolución y rebelión!! Porque yo construyo el mundo que me da la gana y no el que me mandan. El mundo mío, nuestro, es el que se basa en relaciones de amor, de igualdad, de ayuda y cooperación, de ir tod@s a una, a por el bien común y construyendo mundos felices!!! Wonderful article. Lorena.
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