16 de abril de 2013

Chsss... Tengooo un plaaan

Así, en voz baja. Es lo más maravilloso y lo más excitante que podíamos sentir para superar una dificultad o cumplir un deseo: tener un plan. Y aún más maravilloso si cabe, era tener “un plan secreto”. Un plan secreto era la aventura en estado puro. Nos referimos, cómo no, a la infancia y los amigos. Incluso a la adolescencia. Probablemente la mitad de los planes eran descabellados y terminaban por salir mal, pero una gran parte de ellos eran todo un éxito, nos hacían más fuertes y nos unían a un amigo o a varios, como un equipo invencible para la eternidad. Porque los planes secretos no tienen mucho sentido cuando se llevan a cabo de manera individual. Los planes son para compartir y vivir la experiencia juntos.

Tener un plan secreto es arriesgarse al éxito. Nunca hay un fracaso. Ya lo dijo Edison: “No me equivoqué mil veces para hacer una bombilla, descubrí mil maneras de cómo no hacer una bombilla”. Por eso, aunque
acabáramos siendo castigados sin tele o sin salir por no haber desarrollado un plan infalible, no fracasábamos, estábamos un poco más cerca de la victoria.

Tener un plan es rebelarse al conformismo, a la depresión, a la apatía, a la derrota. Por eso, esta palabra mágica se la han intentado apropiar los bancos, los concesionarios, las empresas de telefonía,… Todos ellos ofrecen un plan, cuando en realidad lo que ofrecen es una venta, ventajosa para ellos, por supuesto, y tampoco es un secreto.

¿Qué significa hoy en día volver a conectar con la posibilidad de idear un plan? Volver a sentir que es posible saltarse el sistema, las cadenas, las trampas, las crisis, los problemas imposibles y el daño del personal (el nuestro incluido).

Si la vida la vemos tal y como es, un océano existencial lleno de posibilidades, proyectar un plan resulta divertido, excitante. Si por el contrario, somos más pesimistas que Schopenhauer, este acontecimiento se transformará en un infierno sin salida, donde invertir tiempo y energía sólo parece que nos conducirá al fracaso porque no vemos salida.

Idear un plan y llevarlo a cabo es utilizar todos nuestros recursos y ponerlos al servicio de un proyecto, un sueño, un deseo, una ilusión, una necesidad. Que el plan sea secreto significa hacer fracasar a todos los que no quieren que nos realicemos.

Vayamos a la parte práctica: ¿cómo lo hacemos? En primer lugar conectando con lo que queremos. A ser posible, en positivo. Es decir, puede que no queramos estar en un atasco todas las mañanas, o no queramos estar solos, o estar en el paro. Pues se formula en positivo, y es lo mismo: “quiero disfrutar del camino al trabajo o a clase por las mañanas”, “quiero formar parte de muchas relaciones” o “quiero tener un trabajo digno”. En estos casos no es tan divertido idear un plan porque son cosas que nos atañen exclusivamente a nosotros. Sin embargo, involucrando a alguien más que esté en una situación parecida a la nuestra, es mucho más motivador. Ésta es la idea, al puro estilo cinematográfico de “Cadena de favores” (pero con final feliz). Comenzamos ideando un plan a la otra persona y se le ayuda a que lo lleve a cabo con nosotros. Esto es, que si yo quiero algo, mi amigo, novia, hermano, etc, me dice: “¡Tengo un plan! Ya sé lo que vamos a hacer”. Y tú haces lo mismo por esa persona, o por otra. Por supuesto, podemos hacerlo individualmente, lo que ocurre es que en equipo todo toma mayor envergadura, pero no vamos a subestimar el poder y el alcance del plan de un individuo.

Todo esto es una lluvia de ideas como posibilidades de sacar adelante todas nuestras ilusiones y quitarnos de en medio todo lo que se interponga. Los planes funcionan, y si no, como me dijo una amiga hace poco: si el plan A no funciona, el abecedario tiene 26 letras más.

En todo caso, mantenemos lo de “secreto” para que los que buscan hacernos fracasar a toda costa -el sistema, los defensores del capitalismo, del neoliberalismo, nuestra vecina amargada que vive en el tercero, etc.- ni se enteren. Puede que no nos hagan fracasar tal y como desean, pero el hecho de que proyecten en nosotros una intención determinada nos coloca en una situación delicada o incluso peligrosa. Por eso, cuanto menos se enteren, mejor.

Para tener un plan es necesario idearlo, y para idearlo debemos detectar el problema o conectar con la ilusión y sentirnos capaces de desarrollarlo. Después vendrá todo lo demás: materializarlo, protegerlo, defenderlo, etc.

Tenemos la capacidad de crear sobre algo abstracto, de hacer realidad nuestras ilusiones, así que pongámonos manos a la obra, y como en los libros de aventuras, que no lo sepan “los malos” hasta que no se vaya acercando el final.

7 comentarios:

  1. Ya lo decían en el equipo A. "Me encanta que los planes salgan bien" ;) Genial como siempre. Lorena.

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  2. como caído del cielo...voy a idear mi plan ahora. Gracias por una nueva inspiración. te quiero. Jade

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  3. Amig@s, tengo un plan!...
    muchas gracias Maite! es fenomenal me encanta! como todo lo que escribes!

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  4. Chsss...Maite.
    Hasta el final con el plan.
    Gracias Un beso

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  5. Maite : yo tambien he tenido y tengo muchos planes ... y no van a conseguir que renuncie a ellos .no estamos locos ,sabemos lo que queremos y no nos van a mover...
    Fidel Martin Rivas

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  6. Todos los grandes rebeldes han tenido un plan o varios... Que nunca ,nunca se acaben.
    Arturo

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