Ya podemos ser los mayores
revolucionarios del planeta, que si nos han tocado las narices hasta el
infinito y más allá, lo que acabará acompañando a esa rebeldía es una carga
negativa.
Explicamos el concepto. La
revolución –que no la guerrilla- busca la igualdad, la justicia, las
oportunidades de realización para todos y todas; en resumen, crear, construir y
disfrutar un mundo feliz. Si los modelos que tenemos para llevarlo a cabo es la
lucha de clases por ejemplo, ya estamos aceptando la jerarquía, y por tanto,
nos colocamos en una de las dos posiciones: o arriba o abajo. Generalmente, las
luchas sociales se dan por
recuperar lo que nos han robado, por tanto, nos ponemos abajo y dependemos de que la parte que nos ha tangado nos devuelva lo que es nuestro por derecho. Es decir, le damos el poder. La estrategia en este caso es la de presionar al abusador para que nos devuelva lo que nos ha quitado. Nos ponemos en sus manos y contribuimos a perpetuar una relación tóxica.
recuperar lo que nos han robado, por tanto, nos ponemos abajo y dependemos de que la parte que nos ha tangado nos devuelva lo que es nuestro por derecho. Es decir, le damos el poder. La estrategia en este caso es la de presionar al abusador para que nos devuelva lo que nos ha quitado. Nos ponemos en sus manos y contribuimos a perpetuar una relación tóxica.
La otra parte, no va a soltar el
poder y seguirá manteniendo una cuerda de la que tira cada vez más y que suelta
un poco –pero poco- antes de ahogar al personal. Saben que es mejor explotar a
la gallina antes de acabar con ella, porque los huevos de oro no salen por arte
de magia en la línea de producción.
Hay un concepto urgente que sustituir
y es el de “la lucha para presionar” por “la lucha para defender”. Y la defensa
nace de la necesidad de proteger todo lo que hemos creado y construido para que
no se lo cepille nadie, no de la simbiosis enferma de las luchas de clases.
Toda la lucha por los derechos
legítimos, por la justicia social ha sido desarrollada por nuestros padres,
madres, abuelos, abuelas y demás antepasados. Cada uno de ellos ha dado un
salto cualitativo respecto a la generación anterior y merece todo el respeto y
la admiración, ya que de ahí venimos nosotros y todos nuestros grandes ideales
de justicia. Es la herencia legítima y pura que nos han legado. Por eso es
urgente mantenerlo, desarrollarlo y traspasarlo a nuestros descendientes.
Hemos aprendido que hay que
rebelarse, desobedecer al sistema social enfermo y que las personas son lo
primero porque son seres vivos, y la vida es sagrada.
Ahora nos toca superar a nuestros
padres (como nuestros hijos nos superarán a nosotros) y aprender cómo hacerlo mejor,
puesto que la fisura es cada vez mayor entre el primer mundo, el segundo, el
tercero, el cuarto…
Si a los poderosos les dejamos
sin personas a las que ordenar, explotar, abusar, su poder acabará por
desaparecer porque es un poder social, no espiritual. Si yo dejo de permitir
que me maltraten, el maltratador se sentirá perplejo. Tal vez no asuma la
situación en un primer momento, pero si comenzamos a desarrollar en lugar de
castigar o castigarnos, en poco tiempo la cosa cambiará.
Para pasar definitivamente la
línea es fundamental dejar la carga de todo ese sufrimiento transgeneracional y
la reacción que nos provoca. No consiste en permitir la impunidad y olvidar lo
que ha pasado. La impunidad no existe y el olvido no es posible. El primer
concepto lo ponemos en manos de la vida, y en cuanto al segundo, necesitamos
aprenderlo para no cometer el mismo error y no permitir que nadie lo vuelva a
hacer.
Si llevamos dentro la carga de
toda la injusticia vivida por nosotros y por los que estuvieron antes que
nosotros en este mundo, es probable que nos inunde la pena o el enfado y ya
estamos fuera de juego. Activando esos sentimientos cuando nos tocan el punto, acabamos
por proyectar emociones negativas en cada situación que vivamos y que sintamos
que la historia se repite.
En la revolución no es posible
escapar ni destruir. Las soluciones siempre son constructivas. Las actitudes,
los comportamientos nacen del máximo poder, de las estrategias más elaboradas
que son las que provienen del bien.
La justicia existe y es posible. Sólo
debemos independizarnos de los que dicen gobernarnos, dominarnos o simplemente,
los que dicen ser nuestra autoridad y comenzar a construir un lugar donde todos
somos imprescindibles y nuestras ilusiones son realizables y necesarias. Un
mundo donde no existen las jerarquías enfermas sino la colaboración, el
desarrollo, el trabajo en equipo y la realización de todos en igualdad.
Toma geroma!!!! es la segunda vez que lo leo, la primera me quedé tan perpleja por la cantidad de conceptos que resonaban en mi como campanas que necesitaba absorverlo, digerirlo y aprender. Sigo aprendiendo ;-) simplemente quería remarcar que es la primera vez que leo revolución, sin venganza, ni parte negativa, la primera vez que leo que los ideales deben ir acompañados de responsabilidad por currarse ser mejores personas y así contribuir a la revolución. ME ENCANTA. Gracias. Jade
ResponderEliminarNota: es la segunda vez que siento que este texto es como uno de los Indios Americanos que escribían cuando hacían los tratados de Paz y explicaban a los blancos como ellos realmente vivían las cosas, y eran textos super exclarecedores.
Es espectacular ,la lucidez con la que transmites tu sabiduria.Tienes toda la razon,la mejor revolucion es pasarselo genial con los seres queridos y ayudar a nuestros semejantes con el poder de nuestros talentos personales. y eso si , mucha difusion. y los que quieran impedirlo , al margen...
ResponderEliminarun saludo
Arturo
Es espectacular ,la lucidez con la que transmites tu sabiduria.Tienes toda la razon,la mejor revolucion es pasarselo genial con los seres queridos y ayudar a nuestros semejantes con el poder de nuestros talentos personales. y eso si , mucha difusion. y los que quieran impedirlo , al margen...
ResponderEliminarun saludo
Arturo
Revolución, auténtica revolución. Wow! Gracias. Lorena
ResponderEliminar