7 de octubre de 2013

Claves de la revolución

Ya podemos ser los mayores revolucionarios del planeta, que si nos han tocado las narices hasta el infinito y más allá, lo que acabará acompañando a esa rebeldía es una carga negativa.

Explicamos el concepto. La revolución –que no la guerrilla- busca la igualdad, la justicia, las oportunidades de realización para todos y todas; en resumen, crear, construir y disfrutar un mundo feliz. Si los modelos que tenemos para llevarlo a cabo es la lucha de clases por ejemplo, ya estamos aceptando la jerarquía, y por tanto, nos colocamos en una de las dos posiciones: o arriba o abajo. Generalmente, las luchas sociales se dan por
recuperar lo que nos han robado, por tanto, nos ponemos abajo y dependemos de que la parte que nos ha tangado nos devuelva lo que es nuestro por derecho. Es decir, le damos el poder. La estrategia en este caso es la de presionar al abusador para que nos devuelva lo que nos ha quitado. Nos ponemos en sus manos y contribuimos a perpetuar una relación tóxica.

La otra parte, no va a soltar el poder y seguirá manteniendo una cuerda de la que tira cada vez más y que suelta un poco –pero poco- antes de ahogar al personal. Saben que es mejor explotar a la gallina antes de acabar con ella, porque los huevos de oro no salen por arte de magia en la línea de producción.

Hay un concepto urgente que sustituir y es el de “la lucha para presionar” por “la lucha para defender”. Y la defensa nace de la necesidad de proteger todo lo que hemos creado y construido para que no se lo cepille nadie, no de la simbiosis enferma de las luchas de clases.

Toda la lucha por los derechos legítimos, por la justicia social ha sido desarrollada por nuestros padres, madres, abuelos, abuelas y demás antepasados. Cada uno de ellos ha dado un salto cualitativo respecto a la generación anterior y merece todo el respeto y la admiración, ya que de ahí venimos nosotros y todos nuestros grandes ideales de justicia. Es la herencia legítima y pura que nos han legado. Por eso es urgente mantenerlo, desarrollarlo y traspasarlo a nuestros descendientes.

Hemos aprendido que hay que rebelarse, desobedecer al sistema social enfermo y que las personas son lo primero porque son seres vivos, y la vida es sagrada.

Ahora nos toca superar a nuestros padres (como nuestros hijos nos superarán a nosotros) y aprender cómo hacerlo mejor, puesto que la fisura es cada vez mayor entre el primer mundo, el segundo, el tercero, el cuarto…

Si a los poderosos les dejamos sin personas a las que ordenar, explotar, abusar, su poder acabará por desaparecer porque es un poder social, no espiritual. Si yo dejo de permitir que me maltraten, el maltratador se sentirá perplejo. Tal vez no asuma la situación en un primer momento, pero si comenzamos a desarrollar en lugar de castigar o castigarnos, en poco tiempo la cosa cambiará.

Para pasar definitivamente la línea es fundamental dejar la carga de todo ese sufrimiento transgeneracional y la reacción que nos provoca. No consiste en permitir la impunidad y olvidar lo que ha pasado. La impunidad no existe y el olvido no es posible. El primer concepto lo ponemos en manos de la vida, y en cuanto al segundo, necesitamos aprenderlo para no cometer el mismo error y no permitir que nadie lo vuelva a hacer.

Si llevamos dentro la carga de toda la injusticia vivida por nosotros y por los que estuvieron antes que nosotros en este mundo, es probable que nos inunde la pena o el enfado y ya estamos fuera de juego. Activando esos sentimientos cuando nos tocan el punto, acabamos por proyectar emociones negativas en cada situación que vivamos y que sintamos que la historia se repite.

En la revolución no es posible escapar ni destruir. Las soluciones siempre son constructivas. Las actitudes, los comportamientos nacen del máximo poder, de las estrategias más elaboradas que son las que provienen del bien.

La justicia existe y es posible. Sólo debemos independizarnos de los que dicen gobernarnos, dominarnos o simplemente, los que dicen ser nuestra autoridad y comenzar a construir un lugar donde todos somos imprescindibles y nuestras ilusiones son realizables y necesarias. Un mundo donde no existen las jerarquías enfermas sino la colaboración, el desarrollo, el trabajo en equipo y la realización de todos en igualdad.

4 comentarios:

  1. Toma geroma!!!! es la segunda vez que lo leo, la primera me quedé tan perpleja por la cantidad de conceptos que resonaban en mi como campanas que necesitaba absorverlo, digerirlo y aprender. Sigo aprendiendo ;-) simplemente quería remarcar que es la primera vez que leo revolución, sin venganza, ni parte negativa, la primera vez que leo que los ideales deben ir acompañados de responsabilidad por currarse ser mejores personas y así contribuir a la revolución. ME ENCANTA. Gracias. Jade
    Nota: es la segunda vez que siento que este texto es como uno de los Indios Americanos que escribían cuando hacían los tratados de Paz y explicaban a los blancos como ellos realmente vivían las cosas, y eran textos super exclarecedores.

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  2. Es espectacular ,la lucidez con la que transmites tu sabiduria.Tienes toda la razon,la mejor revolucion es pasarselo genial con los seres queridos y ayudar a nuestros semejantes con el poder de nuestros talentos personales. y eso si , mucha difusion. y los que quieran impedirlo , al margen...
    un saludo
    Arturo

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  3. Es espectacular ,la lucidez con la que transmites tu sabiduria.Tienes toda la razon,la mejor revolucion es pasarselo genial con los seres queridos y ayudar a nuestros semejantes con el poder de nuestros talentos personales. y eso si , mucha difusion. y los que quieran impedirlo , al margen...
    un saludo
    Arturo

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  4. Revolución, auténtica revolución. Wow! Gracias. Lorena

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