4 de noviembre de 2013

Vuelta la burra al trigo

¿Qué significa pensar? ¿Acaso es imaginar, considerar o discurrir, tal y como lo define la RAE? Piénsalo… ¿O tal vez nos estemos refiriendo a “comerse la olla”? Porque cuando pensamos ¿qué pensamos? ¿Son las llamadas “rumiaciones”? Vamos, como las vacas comiendo, que ingieren el alimento para devolverlo a la boca y masticarlo de nuevo. O lo que es lo mismo, tener un disco rayado en la cabeza a ritmo de centrifugadora.

¿Somos capaces de no pensar? A ver, probemos. Durante un minuto entero no vamos a pensar en nada. Cronómetro con alarma y comienza la cuenta atrás. ¡Ya!

¿Y bien? ¿Hemos pensado? “No estoy pensando. Pero si pienso que no estoy pensando, ya estoy pensando… Bien, no pienso. Luego no existo. Qué chiste más malo. Sí que dura un minuto cuando no se piensa. ¿Cuánto
faltará?”. Estos son pensamientos. Y van a la velocidad del rayo. Mucho más rápido que las palabras. Es más, si probamos a verbalizar lo que pensamos, lo que ocurrirá es… Mejor, probémoslo. Otro minuto y el tiempo comienza ¡ya!

¿Y ahora? ¿Algún cambio? Es posible que al principio los pensamientos se hayan ralentizado al ser dichos en voz alta. También es posible que al no llevar el ritmo que tienen por costumbre hemos hablado y pensado a la vez. ¡Es que somos unos portentos!

Todo esto es para llegar a una última pregunta: ¿qué tipo de pensamientos tenemos normalmente? ¿Si tuviéramos que darles un título cuál sería? ¿Son pensamientos positivos o negativos? Cuando nos comemos mucho el tarro, muy positivos no son. Eso sí, cada uno tiene su estilo: uno tendrá pensamientos derrotistas, otro, pesimistas, otro echará la culpa al vecino, otro al gobierno, otro a sí mismo y otro a todo el mundo. ¿Cuántos pensamientos de amor hacia nosotros y hacia los demás nos rondan la cabeza? “Qué guapa soy, además soy superlista y me lo merezco todo, todito, todo”. ¿Son abundantes o casi nulas este tipo de afirmaciones?

Ya tenemos una radiografía aproximada de lo que nos define. Porque los pensamientos nos definen. Definen nuestro comportamiento y dirigen nuestra vida.

¿Somos capaces de dejar pasar esos pensamientos que nos perjudican? ¿Somos capaces de olvidar? Hay personas que dicen “ni olvido, ni perdono”. Otras “perdono pero no olvido”. ¿Qué quiere decir esto? En el primer caso, que el daño que le ha sido infringido va a buscar que sea pagado y no va a parar hasta que eso suceda. ¿Y si no? Y aunque ocurra, ¿podrá seguir adelante con su vida? En el segundo caso, el que perdona pero no olvida lo que le va a ocurrir es que va a estar esclavizado por un suceso para el resto de su vida. El tiempo se para y ya no hay evolución, ni paz, ni armonía. Es importante aprender de los errores, de los que cometen los demás y los que cometemos nosotros (que de esos a veces no nos acordamos, o nos acordamos de más sintiéndonos culpables, lo cual es otra trampa para no avanzar).

Hay que dejar pasar los sucesos porque la vida sigue. Aferrarnos a un momento puntual en el tiempo por un acontecimiento o varios que nos han generado un cambio de orientación en nuestro camino, es un error, a veces tan grave que puede llevarnos a la muerte, por pena o por enfado o por angustia.

Si podemos resolverlo, fenomenal. Si no, saltamos por encima, lo superamos y no volvemos la vista atrás. Si cada cien kilómetros hacemos una parada en la misma gasolinera significa que no estamos avanzando, si no haciendo círculos en torno a esa estación de repostaje. Hay que recorrer muchos más kilómetros, vivir aventuras, llenar nuestro coche de personas, de niños, de animales, construir un lugar mejor para todos. Así los que vengan detrás podrán disfrutar del camino y tomar ejemplo de una vida bien vivida.

¿Qué hacer si no pensamos? Crear. Cuando uno no se llena la cabeza de pensamientos inútiles se da cuenta de que el cerebro necesita trabajar porque está diseñado para ello. Entonces, si no lo entretenemos con comida basura, con rumiaciones, con costumbres que le atrofien, se despierta. Y busca crear con toda su lucidez. Y busca la manera de construir sus creaciones. Así, nosotros, sabedores de que ese impulso creador viene del alma y llega a nuestra conciencia intelectual, nos ponemos manos a la obra con todo el resto del cuerpo. 

Nota. El título del artículo hace referencia al dicho que significa "repetición de errores de forma cansina, pesada, o insistencia sobre un tema al que se le ha reiterado su negativa". Como a la burra (o el burro), que no hay manera de sacarla del sembrado y sigue comiendo el trigo por mucho que se le diga que no lo haga.

3 comentarios:

  1. Jejeje. Pues bien a practicar!!!. Auque me cueste reconocerlo voy a cuidar a mi burrita interior y buscar nuevos mundos k ya es hora.

    Gracias

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  2. La de veces que cuesta ver el enganche a esa situación, a esa persona o a ese sentimiento... Hay que ser muy consciente de nuestros pensamientos y sentimientos para que domine lo bueno (nota mental para mí*). Genial artículo. Lorena

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  3. La de veces que cuesta ver el enganche a esa situación, a esa persona o a ese sentimiento... Hay que ser muy consciente de nuestros pensamientos y sentimientos para que domine lo bueno (nota mental para mí*). Genial artículo. Lorena

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