28 de mayo de 2014

Cuando el pasado llama a la puerta

Existe un fenómeno psicológico denominado 'rumiaciones', y se refiere a ideas obsesivas, pensamientos que vienen una y otra vez a nuestra mente. Esto es un caso que depende de nosotros. Si le damos poder al pensamiento acabaremos por hacer que sea el centro de nuestra vida.

Hay otras situaciones que nos las pone la vida y nuestras conexiones neuronales de memoria. Esto es, cuando dábamos por cerrado un capítulo y ya pertenece al pasado, que hemos tratado de olvidar, superar, se nos presenta delante de nuestras narices sin previo aviso y nos dice: "Hola, por si te habías olvidado, aquí sigo, esperando una resolución". Entonces
piensas "Mierda, pero si esto pertenece casi a otra vida... ¿Qué hace aquí?". Pues ni más ni menos que dar la oportunidad de ser resuelto de verdad, de ser rectificado y de que sirva para algo la experiencia, y en ningún caso para sufrir. Lo habíamos tapado para seguir adelante, pero vuelve a nosotros como un boomerang al cabo de los años. Así se abren viejos recuerdos, errores, relaciones, vivencias... Probablemente este pasado se hace presente cuando tenemos las herramientas para resolverlo sanamente.

Lo curioso es que hay protagonistas y personas implicadas y las revivimos con una intensidad emocional como si fuera presente. Sólo encontrarnos con alguien, ver un programa en la tele o mirar una foto es suficiente para que se desencadene la tormenta que creíamos apaciguada. Por supuesto, los protagonistas siempre son personas. Si fuera yo conmigo mismo no pasaría eso. Si el protagonista soy yo, el partenaire son las circunstancias, las decisiones que me atañen a mí directamente. Si entran en juego otras personas, aquí empieza la fiesta, en algunos casos de Halloween porque da terror.

En definitiva, tenemos una situación o un pensamiento o un recuerdo que ha desencadenado una emoción, generalmente negativa –en caso de que fuera todo lo contrario no habría problema- y han aparecido en escena todos los protagonistas como fantasmas. Y ¿qué podemos hacer? Resolver con los protagonistas del pasado en el presente, y en directo. Ahí nuestras pulsaciones se aceleran. ¿No será mejor dejarlo como está? Suena a… mieditis aguditis. Vamos a ver, si lo veo, lo tengo claro, y lo que hago es para bien, ¿qué sentido tiene no hacer nada, callarse y condenar a las personas y las relaciones, y condenarme a mí? Porque eso es precisamente lo que ocurre: que no creemos en la posibilidad del cambio, del triunfo del bien, del poder de la sanación. Tal vez haya una persona que no sepa qué pasa y plantarle la verdad en las narices le salve de seguir sufriendo y/o haciendo sufrir. Tal vez hicimos daño a alguien o nos lo hicieron a nosotros y no supimos darle una vía constructiva en su momento. ¿Queremos heridas que estén sin cerrar para siempre?

Imaginemos que vamos a morir mañana. (Por supuesto, tocamos madera para que no ocurra). Si no estoy centrado en mi ombligo y en mis desgracias, ¿no elegiríamos decir la verdad por muy dolorosa que pareciera y sacar a la luz lo que ha permanecido oculto? Y la verdad, suele resumirse en que hemos creado una dinámica donde a los hombres les importa más el poder que el amor. Y las mujeres necesitan el amor de los hombres. Los hombres también el de las mujeres, pero se rayan con otra cosa. Ya hemos creado el monstruo: el hombre se mete en el mundo de los hombres, la mujer se vende para conseguir al hombre. Así, el hombre tiene a una mujer que se ha rebajado y la mujer tiene a un hombre cobarde-misógino. Ninguno tiene todo del otro, sino una pequeña parte. Los dos pueden parar esto: los hombres no permitiendo que las mujeres se vendan y las mujeres no aceptando menos de lo que les corresponde por derecho. 


Si tenemos clara esta premisa conoceremos la causa de muchos de nuestros comportamientos -bien sea con personas del mismo género como diferente- porque seremos conscientes de dónde nos hemos posicionado en esta relación esencial de la que habremos cosechado frustración, pena, enfado, soledad, complejo, etc. y habremos actuado en consecuencia.

Estar en paz es condición sine qua non  para poder desarrollar felicidad.

2 comentarios:

  1. Jo tía, es la caña, muchas gracias!! lo he leído en un santiamén y es un lenguaje que entiendo con todo mi ser, me alimenta y me ayuda ahora mismo en el proceso que vivo, de hecho me inspira a actuar!!

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  2. "Estar en paz es condición sine qua non para poder desarrollar felicidad." Me lo quedo como resumen. Muchas gracias! Lorena.

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