9 de agosto de 2014

Amigüitas y amigüitos

“A la familia no la eliges, pero a los amigos sí”. Sentencia totalmente discutible, tanto la primera como la segunda parte. Sobre todo por eso de no dar por sentado las cosas. A veces viene bien darle un par de vueltas antes de aceptar la hipótesis nula como verdadera.

Veamos. La parte contratante de la primera parte, o lo que es lo mismo: “A la familia no la eliges”. ¿Y si la elegimos? Puesto que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, ¿pudiera ser que en el lugar donde
estamos esperando a que nos toque el turno para venir a este mundo estuviéramos echando un vistazo al panorama y viendo dónde encajamos, dónde resonamos y dónde podemos realizarnos y ser medio de realización para otros?

Estamos en este mundo para algo, y ese algo es ser felices y crear felicidad para todos, desarrollar, establecer relaciones de amor, etc. No pasábamos por aquí de casualidad. No es azar. Y depende de la familia a la que hayamos llegado*, nos enfrentaremos a unas dificultades u otras, trabajaremos unas situaciones y relaciones diferentes. Claro está, si queremos que nuestra estirpe y la humanidad evolucionen. Lo de venir aquí a tumbarnos en la hamaca como que no. Y desde luego, a sufrir menos. Ahora bien, luego cada uno hace de su capa un sayo. 
* Sobre este tema, es importante puntualizar que "depende del entorno que tengamos" no significa que nuestra historia esté escrita sino que todos formamos parte de la familia de la humanidad que la ha ido escribiendo y donde nuestro comportamiento y nuestras decisiones en el presente configurarán el futuro de todos.

En cuanto a los amigos, ¿de cuáles estamos hablando? Si son los que hacemos en la guardería o los primeros años de cole, el abanico es más amplio que la familia pero no dejan de ser niños de nuestro entorno más cercano, con situaciones sociales similares. Es como la familia, pero del barrio. Por lo tanto, no los hacemos con un escrutinio perfecto. Probablemente buscaremos por afinidad o por casualidad relacionarnos con unos niños más que con otros. A lo mejor el único niño que juega en el parque después del cole es uno con el que no habríamos establecido un vínculo estrecho si hubiera estado otro u otros.  

Después vamos evolucionando y es posible que no lo hagamos paralelamente a nuestros amigos del cole. O sí, porque las circunstancias son similares. Y si evolucionamos de otra manera porque tenemos mayor inquietud que ellos ¿la súper amistad se mantiene contra viento y marea? ¿Hasta dónde?

Resulta un orgullo conservar los amigos de la infancia pero ¿eso es debido a que hemos seguido los mismos caminos o es que no hemos avanzado ni un palmo ninguno de nosotros? ¿Tal vez una parte se sacrifica para no alejarse de la otra? ¿Cuándo y por qué se generan las distancias? Cuando empezamos a querer cosas diferentes y tienen que ver con algo esencial. Lo más probable es que no compartamos la idea del mundo o de la vida o de las relaciones o que no comprendamos la idea que tiene la otra parte. Lo malo es que suele estar acompañado de resignación, pena y culpabilización, propia o ajena. Si ha sido a causa de un conflicto, ya es otro cantar, porque la separación es traumática.

En el caso del distanciamiento progresivo esto obedece a caminos que se bifurcan en un momento dado. Lo peor es la falta de sinceridad. No significa mentir. En realidad ocurre cuando no manifestamos lo que se cuece por dentro. Si eso no se comparte lo más probable es que estemos a kilómetros de la otra persona, y ese hecho será visible mucho tiempo después, cuando acabemos por preguntarnos “¿acaso teníamos algo en común?”. Evidentemente sí, pero no ha sido posible retenerlo porque esas líneas que caminaban paralelas encontraron un escollo que hizo que una de ellas o incluso las dos variaran el rumbo.

Por supuesto, se puede buscar un acercamiento compartiendo la intimidad. Esto es, descubriéndonos ante la otra parte. Para ello hay que ser sinceros con nosotros mismos en primer lugar, responsables con nuestras decisiones y consecuentes con nuestros actos. Algo que no sólo cuesta sino que casi lo hemos perdido del ADN.

Ambas partes deben ser consecuentes: la parte que se instala o cambia de dirección y la parte que desea seguir caminando y evolucionando con compañeros auténticos. Renunciar a esa ilusión común en pos de una pseudoamistad es abandonarse y traicionar a los compañeros que estuvieron -o que vendrán- que saben que el conformismo no es una opción.

Es probable que nos sintamos mal, que nos culpabilicen, que nos tachen de traicionar la amistad como si cambiáramos de chaqueta. Pero como reza el dicho “no cambié, aprendí”.

Sabiendo que damos oportunidades de verdad y que nuestro ejemplo es necesario, nuestra conciencia estará tranquila aunque nuestras emociones tarden en calmarse y nuestros ideales de mundo feliz para todos se tambalee. Todo termina por recuperarse y acabaremos por encontrar a las personas que no condicionen su amistad a la inmovilidad cerebral de “es que yo soy así”. Evidentemente “todos somos así”, y todos podemos cambiar, es decir, aprender.

4 comentarios:

  1. Las amistades que van alejándose, desapareciendo poco a poco o traumáticamente van dejando una estela desafiante, una colección de sentimientos nada gratificantes que es necesario ir encajando, limpiando y pacificando.
    Tener claro que amar y seguir adelante es lo mejor que podemos hacer, y que ser sinceros al mismo tiempo que respetamos la voluntad de cada uno, ayuda mucho.
    Gracias una vez más por preguntarte y expresar lo que descubres y que es tan importante y útil para todos.

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  2. Gracias Maite,amiigüitos o amigüitas,hermanitos o hermanitas que no quieren aprender no pueden poner en peligro lo esencial que tan bien trasmites,aquí estamos para ser felices y hacer felices,y ese es el mejor legado.Como siempre yo creo lo escribes para mi pero como soy muy generoso lo comparto con todos jeje.Me encanta como lo trasmites,conecto con lo esencial e incluso me parece recordar el día que decidí venir a hacer realidad todas las ilusiones y me siento fuerte.Gracias

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  3. Muchas gracias Maite! Como siempre tus escritos están muy bien explicados y entregas directo al corazón los mensajes universales de la vida, para qué estamos aquí, cual es nuestra misión a lo que le añades una puesta en evidencia de las mentiras socialmente aceptadas que hacen que uno se de cuenta de como nos han tomado el pelo. Tus escritos son sanadores y los leo para volver a la realidad cuando me siento alejada de ella, y en muchas ocasiones han llegado a mi móvil justo cuando más los necesitaba. Gracias por compartir tan generosamente los mensajes de la vida, por devolverle a la humanidad su patrimonio y por transmitir la sanación!!

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  4. Ese dejar ir cuando aún tienes la ilusión de la relación cuando no se comparte el mismo camino, ese no estar a la altura y coger la oportunidad para estarlo, ese momento de aceptar que tu familia es cómo es y dejar de pelearte... Que de temas que mirados y entendidos profundamente en verdad dejan tranquilidad y seguridad! Gracias por compartirlo y enseñar! Lorena.

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