“Te voy a ser sincera”. No,
gracias.
¿A cuento de qué alguien se va a
sincerar? ¿Es que acaso ha estado mintiendo todo el rato? ¿Ahora toca
desahogarse? Normalmente son palabras en forma de “regalito”. Ha estado
ocultando un pensamiento cuando nosotros creíamos que todo era puro y
cristalino en la relación. Tal vez sea sólo una forma de hablar. Pero las
palabras suelen estar cargadas de información consciente e inconsciente.
Vamos, que esta frase es de los
guionistas de “¿podemos hablar un momento?” y “esto no funciona”. Efectivamente
son las frases que te dejan de piedra o temblando. Si te lo dice tu pareja, ni
te cuento. ¿Por qué solemos reaccionar con inquietud? Probablemente porque lo
hemos aprendido. Alguien que pronunciaba esas palabras hace años era un símbolo
de autoridad, bien un profesor, un padre, una madre… Y siempre pensábamos que
algo habíamos hecho o algo había pasado o ambas. La amenaza de tragedia estaba
servida. La tragedia se masca cuando es un acontecimiento imprevisible y sobre
todo cuando comulgamos más con Sófocles que con los Monty Python.
Entonces, ¿la sinceridad es buena
o mala? La verdad siempre es buena y absolutamente necesaria. Si no la
conocemos hay que buscarla sin hacer juicios previos ni sacar conclusiones; de
lo contrario, encontraremos la verdad que queremos ver, así que estará sesgada.
La verdad se puede transmitir
siempre y sobre todo, la sinceridad necesita un marco adecuado, y este marco es
el de una relación íntima. Por supuesto, para el resto de las relaciones, la
sinceridad consiste en no mentir y decir la verdad, ya que no es necesario
cargar con un karma de estafa a diestro y siniestro y contribuir a ninguna
hipocresía social.
Existe, además, la sinceridad en
la que nos desnudamos y ésta sólo puede ser manifestada y acogida cuando la
relación es auténtica por las dos partes, puesto que hay un peligro real en
caso contrario.
Sin embargo, esto no es lo
habitual, sino todo lo contrario. Siempre nos reservamos una parcela que no
contamos a nadie, un espacio al que nadie accede porque es nuestra tabla de
salvamento para sobrevivir. ¿Arriesgarse completamente y abrir a la otra parte
nuestros secretos, miedos, expectativas, nuestros puntos vulnerables? Uf… Es cierto que esa parte en la que estamos
solos nos va a impedir la felicidad, pero siempre es menos malo no ser feliz
que morirse ¿no? Ese es nuestro argumento, y no nos falta razón. Ahí seguimos
en Eurípides por lo menos.
¿Existen más opciones que ir de
héroes trágicos donde los dioses nos acaban jugando una mala pasada y acaba la
cosa con muertos a diestro y siniestro? La comedia es buena opción como género,
pero no nos hace mucha gracia cuando nos sentimos solos e incomprendidos.
A ver, ¿quién en su sano juicio
se abre en canal y lo da todo? Mejor, que empiece el otro. Ah, ¿que ya ha
empezado? Pues no lo veo…
Vamos, que entre que dudamos del
otro, nos entran los siete males, desconfiamos, nos da la pena, nos acojonamos,
etc. hemos creado una relación disfuncional. Nada nuevo sobre la faz de la
tierra, pero probablemente no es lo que queríamos. Pero… ¿qué queríamos?
Lo que queremos para vivir es una
relación de amor plena, donde busquemos hacer feliz al otro y que el otro nos
corresponda. Lo que quiere cualquiera hasta que está tan perjudicado que
renuncia a ello. ¡Ojo! No se puede renunciar, derrotarse, aceptar relaciones
mediocres si de verdad queremos realizarnos y ser medio de realización para los
demás, si tenemos ilusión de que nos amen y acojan nuestro amor, si soñamos con
vivir una verdadera aventura compartida en esta vida.
¿Utópico? No, en absoluto. Es
fundamental aceptar que eso nos encantaría… si fuera posible. Ahora pensemos
que es posible. No sólo que es posible, sino que es lo natural. Y ahora, veamos
qué nos lo impide, qué parte de nosotros, de nuestro pasado, de nuestro
fatalismo o de nuestras malas emociones o creencias nos lo pone difícil por no
decir imposible. Sólo hay que contemplar la posibilidad de que tal vez no
estemos viendo las cosas con nitidez. Y por último, dos trabajos que están
pendientes:
- Sanar el daño que tenemos con respecto a las relaciones que nos bloquea.
- Aprender estrategia para reconocer las situaciones, el daño que puedan intentar colocarnos y los modelos de relaciones y no morir en el intento. Cuando nos arriesgamos es con toda nuestra grandeza, no como unos pringados, Ahí no nos la pueden colar y si podemos dar y recibir completamente. Es decir, que abrirse a una intimidad total, bien sea afectiva o afectiva-sexual, no significa ir con una venda en los ojos en el borde de un precipicio sino reconociendo de qué va la otra parte, si es de verdad o no y hasta dónde llega y hasta dónde no sabiendo que nuestra oferta es irresistible.
Con todo esto, podemos volver a
la vida, y a la vida con mayúsculas. A vivir el amor, las relaciones, la
realización, la felicidad y sentirnos libres porque todo es puro, auténtico y
de verdad. Las tragedias están fenomenal… en el teatro.
Bravo Maite! es mucho lo que tenemos que aprender como sociedad y todos tus escritos son una guía maravillosa que todo el mundo puede leer para saber cómo relacionarse de forma verdadera y totalmente sana. Muchas gracias! y Enhorabuena!! Lo haces fenomenal!!.
ResponderEliminarEstrategia por un tubo me ha faltado durante mucho tiempo que no me enteraba de la verdad de las situaciones y comunicaciones con las que solía convivir. Ahora puedo decir que, entendiendo lo que se escondía y lo que se esconde lo mejor es aprender, crecer y dar la verdad y proteger la verdad. Gracias. Lorena.
ResponderEliminar