«En este mundo traidor / nada es
verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira» reza el poema de Ramón de Campoamor.
Bello a la par que pesimista dicho sea de paso. Y es que todo parece relativo y
fugaz. Hoy estamos aquí y mañana allí.
El pesimismo va de la mano del drama. ¿Cuál
es el drama que nos condiciona toda nuestra existencia? ¿Por qué sentimos que
todo va a acabar fatal incluso antes de que empiece? ¿Acaso no podemos vivir la
vida sin ese negativismo o escepticismo cuando las cosas parece que puedan
salir adelante? ¿Por qué ese peso, esa inclinación hacia el drama? ¿Qué puede
salir mal? Cuando nos convertimos en los reyes y reinas del drama,
absolutamente todo es vulnerable a fracasar. Vamos, que según nos lo imaginamos
ya lo hacemos en términos de desgracias, lamentos, fatalidad y finales
desastrosos, porque al final todo va a acabar mal.
Ese “todo” se resume a una idea general y es
que nos vamos a morir. Así simple y llanamente y nos parece un fastidio o una
tragedia en toda regla. Y no sólo nosotros, sino las personas que queremos
también se van a morir. Este fatídico final no lo podemos aceptar y lo vamos
anticipando desde mucho antes de que llegue ese momento, así que dejamos de
vivir y todo es una desgracia o es susceptible a serlo.
Llamar a las desgracias es la mejor manera de
que ocurran, así que al final, acabaremos teniendo la enfermedad que ya pensábamos
que padecíamos, acabaremos arruinados o angustiados por la posible ruina, solos
por miedo a que nos traicionen y desgraciados para que luego no nos pille de
sorpresa todo lo malo que está por llegar, porque nos acabamos convenciendo de
que ocurrirá. Por supuesto que morir, nos moriremos.
Entonces, ¿no sería más fácil aceptar la
muerte como parte de la vida para dejar de vivir en un drama inexistente? Desde
el momento en que reconozcamos sin problema que nuestro paso por este mundo es
efímero y que no sabemos qué pasará después, empezaremos a entender que la vida
es un regalo. El regalo más grande que podamos recibir. No nos pertenece como
una posesión, como si nos hubieran regalado una Nintendo que no queremos que
nos la estropeen ni que se rompa. La vida es otro concepto.
Dejar de lado el drama no consiste tampoco en
ir de pasotas o dedicarnos a consumir lo que sea con tal de no enfrentarnos a
la realidad de que no estaremos aquí para siempre. Tampoco podemos ser los típicos agonías que
están en la estación de tren con la maleta tres horas antes de que llegue,
porque el tren que nos lleve pasará cuando tenga que pasar.
Todo esto son excusas para no vivir
plenamente, para no realizarnos.
Si asumimos que nuestro paso por este mundo
tiene la duración que tiene, que no estamos aquí para siempre, podremos empezar
a vivir. A vivir el presente sin miedo. Desde ahí ¿hay algún drama? La
respuesta es que no.
Entonces uno o una sabe que la vida es quien
manda, que no nos pueden joder si no lo permitimos y que tenemos la misión y la
responsabilidad y, por supuesto, el poder de desarrollarnos, de disfrutar, de
compartir alegría y felicidad.
Y si aparecen problemas, que los habrá,
resolverlos cuando se dé la oportunidad para que no nos coman, y por supuesto,
seguir construyendo y luchando por las ilusiones de todos. En el caso de que
nos coloquen problemas suelen hacerlo las personas que viven la vida como un
drama, y cada problema como una desgracia en lugar de cómo una situación a
resolver. No se nos puede olvidar que no somos víctimas, somos seres humanos
con una oportunidad de vivir y no hay nada más grande que eso. Adiós a los
valles de lágrimas porque vivimos en praderas, montes y bosques de amor.
Gracias maite,desde luego no hay ningún motivo para no estar vivo cuando se nos da esta oportunidad cada segundo,ntegrar la muerte como parte de la vida es fundamental para no tener miedo,pasar o esperar lo peor(puff cuanta vida te pierdes y se pierden cuando estás ahí)"vivimos en praderas,montes y bosques de Amor"un beso
ResponderEliminarGracias Maite, me sirve de mucho. Cuanta razón tienes; resolver los problemas a la primera oportunidad, sin miedo, sin dramatizar.
ResponderEliminarResolver y sabiendo que no estamos solos para hacerlo. Quitarnos las capas que nos ponen socialmente y que aceptamos llevar es una trampa para seguir manteniendo un mal ejemplo de vida. A por todas desde la felicidad y la oportunidad! Gracias. Lorena.
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