3 de junio de 2015

Desconectarse del amor

Nos completamos con otras personas, aunque en una sociedad altamente individualista, eso nos rechine. Queremos sabernos independientes, autosuficientes, sin ataduras y empezamos a mezclar conceptos. Además, si lo que suene a dependencia nos hace sentir mal, eso ya es una señal para seguir defendiendo a ultranza que uno o una sola puede. Es verdad que La bola de cristal anunciaba que «solo no puedes, con amigos sí», pero eso es harina de otro costal. Los cuentos infantiles están bien para nuestra formación, pero luego, la realidad, sobre todo cuando nos hacemos mayores, es otra cosa. Y nos lo creemos.

El amor nos hace fuertes y vulnerables. «Claro, sería muy bonito, pero…» Y ahí aparece el ‘pero’. Además, ¿de verdad es necesario? «Si yo estoy muy bien como estoy...» decimos en el propósito de autoconvencernos. Poner nuestra vida en manos de alguien es demasiado osado, y más en los tiempos que corren donde la traición está a la orden del día, de manera que preferimos no morir en el intento. ¿Acaso conocemos alguna relación que haya salido adelante fortalecida tras las diversas embestidas? ¿Dónde está el ejemplo en el que no se hayan traicionado por ninguna de las partes y cada una pueda poner la mano en el fuego por la otra sin temor a quemarse? A lo mejor un primo de una amiga que una vez… Ah, pero no, que luego apareció un hijo ilegítimo de una aventurilla sin importancia y, además, cuando le ofrecieron a ella un ascenso profesional en el que tenía que sacrificar un poco la familia, se lo pensó, pero no demasiado. Y, con esta experiencia personal y social a través de los tiempos, nadie quiere ser de la especie en extinción a la que se la dieron con queso cuando se dejaron la vida por el ser amado.

Pero, por otro lado, todos y todas soñamos con amores auténticos, valientes, que hagan historia o que merezcan un libro donde ser contados. Por eso, debería seguir estando de moda el amor verdadero. No, «farolero», no. AMOR VERDADERO.

¿Qué hace falta para eso? ¿Ver una peli? Viendo una peli no nos vamos a transformar en protagonistas de sus aventuras, porque tenemos las nuestras, las que hemos vivido y las que nos quedan por vivir. 

Es fundamental tener la capacidad de amar. A lo mejor la hemos perdido por el camino o nos hemos desconectado, aunque sea en la parte práctica. Eso no significa que sea irrecuperable porque el ser humano está hecho de amor. En el momento en el que se desconecta, su vida se convierte en algo absurdo y sin sentido, y la propia persona se muestra como una caricatura esperpéntica que crea, busca e inventa las mil y una maneras de sustituir el amor por un sucedáneo con resultados desastrosos. 

A lo mejor hace falta entrenamiento. Vale, tenemos el amor como ingrediente estrella. ¿Qué más? Es imprescindible valentía. Podemos tener una gran capacidad de amar, pero no atreverse a hacerlo sirve de bien poco porque no llegará a nadie. Y también debemos saber que el amor transforma, tanto al que ama como al ser amado, por eso es tan poderoso. Y, por último, cuando lo que mueve todo es el amor, nada puede acabar mal. Como en el teatro de «Shakespeare in love»: todo acaba bien. ¿Cómo? No se sabe, es un misterio. Siempre que la intención sea salvar por encima de todo. ¿Qué se salva? Personas, animales, plantas, la vida, el amor, la ilusión, la verdad… todo lo bueno. La magia. Porque el amor es magia; lo transforma todo para bien.

Cuando no hay amor, o nos desconectamos de él, la vida se pone en peligro. La valentía se esfuma, la grandeza desaparece y la soledad lo inunda todo.

Los logros personales, el poder, la consecución, la realización... si apartan el amor para ser los únicos protagonistas pierden la razón de ser. Y cuando el individualismo se pone por encima de la relación todo se torna gris. De esta forma, el impulso suele ser «ir a por más» pero no porque queramos crecer, sino porque nada nos satisface. Y es una pena acabar siendo yonquis que buscan quitarse la angustia, la inseguridad o el complejo de encima.

Desconectarse del amor es muy peligroso porque nunca sabes si vas a poder volver. Probablemente sí, pero no es seguro. Así que, ¿por qué arriesgarse? Y si nos gusta el riesgo, ¿por qué no arriesgarnos a amar? Pero no en la teoría, sino en el barro, que es donde en realidad se demuestra. Al fin y al cabo, ¿no es acaso nuestra misión más importante en la vida amar y salvar con nuestro amor? 

Todo empieza en el amor y acaba en el amor. La vida continúa y el tiempo pasa. Y es el momento: hagámoslo posible ahora.

4 comentarios:

  1. Como dijo Harrison Ford y como nos recuerda Maite Marín. Gracias hermosa, por tu luz, amor y valentía.

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  2. muy bien ,que si .en hora buena
    A.

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  3. Grande "Harrison Ford" Muy bien Maite!

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  4. Perder el miedo a amar y buscar el amor hasta encontrarlo. Final feliz porque por daño que nos hayan podido hacer antes tiene que servir de aprendizaje, para conocernos y fortalecernos para mantener viva nuestra esencia verdadera. Gracias. Lorena

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