7 de abril de 2020

¿Cómo están ustedes?

A la pregunta de cómo nos va, solemos contestar “bien”. Es algo socialmente establecido. Pero por dentro sentimos cómo nos va realmente: fatal, normal o de fábula. Quizá “de fábula” no suele estar dentro de los parámetros en que percibimos nuestra realidad, pero existe y la hemos vivido. Desarrollemos.

FATAL
Alguna vez hemos echado un rato o unas horas por los infiernos. Es posible que incluso temporadas más largas y que hayamos hecho la
mudanza para amanecer allí cada día. 

El pasaje lo podemos haber comprado por varios motivos: muerte de un ser querido, enfermedad grave de uno mismo -o de un ser querido-, ruptura de una relación afectiva. Estos suelen ser los top three

Claro, que también hay otras causas como bancarrota, posibilidad de perder el trabajo, los bienes… No obstante, cualquier circunstancia personal o material se recrudece cuando hay de por medio relaciones con seres humanos muy cercanos. De hecho, el talón de Aquiles de cualquier héroe o heroína de película es siempre la amenaza del malo -o mala- de hacer daño a su familia. “A mí podéis ponerme los discursos de la campaña electoral de Vox en loop, pero a mi familia no le piséis ni el cordón de la zapatilla”.  

Así el apercibimiento se traduce en un infierno dentro de los siguientes subgrupos: cómo alimentaré a mi familia, dónde viviremos, cómo hacer que los hijos o hijas no vivan una situación de peligro, cómo proteger a alguien a quien amas que rechaza tu ayuda y tu amor, entre otros. En lo concreto, nos encontramos con un sinfín de situaciones con diferentes matices que suelen resumirse en “lo que daba por seguro está a punto de romperse y eso me rompe el corazón”.

No es cuestión de andar con la mosca detrás de la oreja toda la vida anticipando las desgracias y viviendo como si algo malo fuera a pasar, siendo unos agonías. Pero tampoco podemos obviar la idea de que según las estadísticas una persona vive de media tres situaciones dramáticas o trágicas a lo largo de su vida que le van a marcar y que va a tener que superar.

NORMAL
Pasemos ahora a los momentos en la vida que no hay ni chicha ni limoná. Tenemos unas rutinas que forman parte de nuestro día a día, no estamos para echar cohetes, pero no nos hemos hundido en ningún pozo. Es decir, estamos tranquilos sin novedades con nuestros pequeños problemas y nuestras pequeñas alegrías. Lo que viene a llamarse “vida normal”. Como cuando sales del hospital y te dicen que puedes hacer eso, “vida normal”. Si la vida normal se transforma en vida rutinaria es lo que nos hace levantarnos un día por la mañana y decir “¿cómo puedo tener sesenta años si ayer tenía veinte?”. Ya podemos buscarlos, pero esos cuarenta, treinta o veinte años, nos los hemos echado encima sin enterarnos, sin haberlos vivido de verdad.

DE FÁBULA
Por fin pasamos a los momentos fascinantes que nos llenan de alegría, de ilusión, que nos alimentan para seguir adelante con fuerza. Esos momentos creemos que son por los que merece la pena vivir. Y los guardamos como un tesoro en nuestra memoria.

Si uno hace cuentas, son pocos momentos los que son realmente especiales para todos los que vivimos de manera anodina. No digamos si caemos en la casilla de la cárcel o la muerte como en el Juego de la Oca, que viene a ser como caer en una de las desgracias. 

Según van pasando los años, esos momentos maravillosos se reviven en el pasado, con suerte, y cada vez son menores las expectativas de vivirlos en el futuro de manera intensa. A no ser que tengamos una crisis de los treinta, los cuarenta, los cincuenta, los sesenta, los setenta… y lo que hagamos sea una huida hacia adelante ataviados de Peter Pan.

Ahora bien, en cualquiera de los tres supuestos, la procesión va por dentro. Esto significa que independientemente de las circunstancias malas, buenas o regulares, del panorama que se vislumbra -con graves dificultades y poca visibilidad o como un camino luminoso de baldosas amarillas-, es la visión que tenemos sobre ello lo que nos hará derrotarnos o luchar. Objetividad Vs Subjetividad. Situación externa Vs Percepción de la situación externa. Herramientas para afrontarlo Vs Percepción de las herramientas para afrontarlo. Y como siempre, no es ni una receta ni se puede generalizar, pero es importante tomar distancia de la amenaza de pensamientos y emociones negativas o pseudopositivas (lo de “pseudo” como distorsión para no afrontar la realidad).

No diremos eso de que podemos tomarlo como una oportunidad. Porque cuando las cosas van mal, no tenemos el cuerpo de jota -que dicen en mi pueblo- y que nos ofrezcan frases de manual solo servirá para enervarnos más de la cuenta.

Entonces podemos definir situaciones circunstanciales que podemos afrontar, disfrutar o vivir sin que nos desestabilice por dentro. Y ahora sí, frase de manual: estos acontecimientos temporales forman parte de un camino, de nuestro camino, del que por nuestros huevos/ovarios vamos a salir vivos y fortalecidos. 

Después de un primer acercamiento, volvemos con una visión revisada de los conceptos “fatal”, “normal” y “de fábula”. Pasamos del concepto subjetivo de esos términos a uno objetivo, donde seguimos siendo los protagonistas, pero con mayor capacidad de movimiento y de resolución; dejamos de ser seres pasivos porque lo que ocurra también dependerá de nosotros. Revisemos.

FATAL
Eso existe. No hay cambio sustancial al respecto. Existen las situaciones que generan una profunda tristeza, impotencia, angustia o ira. El cambio tiene que ver con la reacción ante esas situaciones o acontecimientos traumáticos. En primer lugar, esto consiste en ver con qué recursos contamos para salir del pozo: relaciones, valores personales y la vida misma. La decisión consiste en no rendirse, en no derrotarse. En luchar hasta el final.

NORMAL
¿Qué es normal? ¿Llamamos normal a tener la oportunidad de vivir? Igual tenemos que empezar a valorar un poco más esta experiencia y a disfrutarla. Que solo lo hacemos cuando hemos caído en la casilla de “fatal”. Y no es plan. El amor, la alegría, la aventura, la magia, el arte… Todo eso está ahí a nuestra entera disposición. Abrir los ojos y los brazos y caminar. Que se pasa la vida, compañeros y compañeras.

DE FÁBULA
No son situaciones que hemos vivido en el pasado y nunca más volveremos a experimentar. Esa creencia nos lleva a la melancolía. Y vuelta a la casilla de “fatal”. Vaya empeño. Si lo hemos vivido, olé por nosotros y nosotras. Si no hemos tenido la oportunidad, la vida sigue a disposición de todas las personas, la vida no discrimina. Eso solo lo hace el sistema social, del que no esperamos que atienda nuestras necesidades, deseos e ilusiones. Disfrutemos de cada momento que es fabuloso y debemos saber que cada día es susceptible de serlo.

La vida siempre merece la pena (más bien la alegría). Cuando nuestra percepción cambia, eso lo sentimos de verdad y podemos disfrutarlo, compartirlo y desarrollarlo. 

Así que podemos dejar de intentar por todos los medios estar siempre en la casilla “de fábula” o vivir con ansiedad o resignación el hecho de no estar ahí. Podemos dejar de vagar a través de los días con la absurda justificación de normalidad, porque eso no es normal, es alienante. Y también podemos dejar de derrotarnos o ahogarnos en las situaciones dramáticas y trágicas culpando al destino de crueldad, cuando podemos luchar y seguir caminando.

Somos fuertes y queremos vivir. Así que podemos pasar de uno a otro nivel siendo conscientes de ello. Porque eso es la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario