Hablar del espíritu navideño es rememorar “El
cuento de Navidad” donde los espíritus de las navidades pasadas, presentes y
futuras se aparecían ante un antipático Mr. Scrooge.
Hay personas que afirman no tener ningún
espíritu navideño llegando estas fechas. Los villancicos le parecen horteras,
los adornos innecesarios, los encuentros familiares un sacrificio innecesario.
El caso es que, o se renueva ese espíritu
anualmente alimentándolo o tiende a desaparecer. Conectar con la esencia de la
Navidad es la tarea que nos ocupa y que vamos a abordar ahora mismo para llegar
a la Nochebuena con ilusión por disfrutarla, no porque se acabe lo antes
posible.
La Navidad nos conecta de forma directa con
el niño o la niña que todos llevamos dentro, y que en ocasiones tenemos
secuestrado para que no moleste con sus “tonterías”. Entonces, ¿cuál es el
concepto de navidad al que nos resistimos a someternos?
La Navidad es pureza, es vida y es amor, todo
ello bañado con alegría y disfrute. Y como guinda, la magia. De todos estos
conceptos ¿qué tenemos prohibido? Aquí llega el momento del análisis personal
donde no vale justificarse con que estas fechas son una apología del consumismo
o la religión. El espíritu navideño va más lejos del niño que nació hace más de
dos mil años, o de las tradiciones paganas y o de El Corte Inglés.
Protejamos lo puro que tiene la Navidad, que
tiene que ver con la bondad, con sentirnos contentos de formar parte de
relaciones de amor (y si no formamos parte, ¡a buscar hacerlo!), con alegrarnos
de estar juntos, de compartir, de estar vivos y reírnos. Difundamos nuestro
optimismo sabiendo que la vida está por encima de la sociedad, de la crisis
socioeconómica, porque con magia todo es posible.
Sentirnos más contentos, generosos, amables,
amorosos no significa que seamos Jekyll y Hyde durante dos semanas sino que las
circunstancias lo inspiran y aprovechamos para dejarnos llevar. Cuando esto
ocurre, y nos encontramos en armonía, la Navidad cumple su función de conectarnos
a quiénes somos y nos hace ver para qué estamos en este mundo.
Es cierto, que precisamente en estas fechas
las ausencias son más notables y podemos sentirnos fatal por los que se han ido.
Es el momento de agradecer todo lo que hemos compartido con los que no están
sentados a la mesa con nosotros y dar la bienvenida a todos los que están por
llegar, a nuestra mesa o a otras.
Como se nos echa el tiempo encima, empecemos
por el “Manual para recuperar el espíritu navideño”:
- Adornos. Si aún no has puesto nada, ¡corre! Pon el belén y adorna la casa con árbol y todo. Espumillones, bolas, tarjetas, luces,… Dejemos con la boca abierta a cualquier niño que entre en nuestra casa, incluidos nosotros mismos.
- Cena de Nochebuena y comida de Navidad. Pásalas como quieras, sin compromisos, sin obligaciones. Como te sientas mejor. La navidad es para que la hagas a tu medida, pero no para que huyas de ella. (Ella te perseguirá, jeje). Eso sí, une personas, no disperses, que lo que te guíe sea el amor, que todos se sientan bien y, muy importante, que nadie esté solo. Donde caben cuatro, caben cinco, etc.
- No seas rancio ni rancia y relaciónate. Felicita las navidades al vecino, al frutero, a la compañera de oficina. Busca los vínculos. Todos estamos más predispuestos a las relaciones y a la cercanía en estas fechas, así que es buen momento para buscar relacionarse de verdad, de alma a alma deseando lo mejor al que tenemos cerca.
- Compra un regalo (o házselo con tus manitas y tu imaginación) a alguien a quien quieras y/o a alguien que sepas que no va a recibir nada si no lo haces tú y dáselo (o que se lo dé un rey mago con una nota o Papa Noel u otros).
- Si tienes hijos, sobrinos o primos pequeños, es mucho más fácil vivir la Navidad y sentirnos inspirados para reconectarnos a ella. Aprovechemos la ocasión.
- Si no tienes hijos pero sí pareja ¡haz un niño o niña estas navidades!
- Si no tienes pareja, ¡conócela estas navidades! ¿Por qué no? No nos olvidemos de la magia…
- Si lo que tienes es una ex pareja con niños, lo primero, como siempre, son los niños: que tengan lo mejor, y lo mejor es una familia con su padre, con su madre y/o con los dos. Que sepan que el amor por ellos está por encima de todo y que puedan impregnarse del espíritu navideño, no de un infierno de familia desestructurada.
- Cuando entramos en la Navidad, surge la ilusión por todo: una peli, ir a patinar, ir a ver a los Reyes, compartir una celebración con amigos nuevos o viejos, ir pensando los buenos deseos para el próximo año, etc. Dejémonos llevar y desarrollemos. La Navidad inspira a crear y construir relaciones auténticas.
Conectemos con la magia de la Navidad, en la
que todo es posible, y ese “todo” significa que podemos hacerlo posible. Si nada de lo anterior funciona para recuperar el espíritu navideño, hay un recurso infalible: hacer un acto mágico por alguien, un acto de amor. No falla.
Tenemos un espíritu
grande, como la Navidad y eso lo puede todo.
¡Feliz Navidad a todos y todas!
Wow! No me había planteado que el que la navidad me diera bastante igual con el paso del tiempo con todo lo que has compartido y sin duda, ahora lo tengo claro. En las próximas navidades mi casa será como una selva con todo el espumillon que pondré. Gracias. Lorena
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