A estas alturas del partido, ya va siendo
hora de hacer repaso. Por eso hoy toca, examen sorpresa, de conciencia y demás
familia.
El examen consta de 5 sencillas preguntas.
Las respuestas tienen que ser rápidas, sin pensar. Es necesario decir lo
primero que se nos pase por la cabeza. A ver qué tal nos sale. ¿Preparados?
¿Preparadas?
- Preguntas preparatorias: ¿Cómo te llamas? ¿Dónde vives? ¿Cuál es tu color favorito? ¿A qué no te has rebelado aún?
- Preguntas preparatorias: ¿De qué color son tus zapatos? ¿Te has lavado hoy los dientes? ¿De qué color es la Pantera Rosa? En una palabra (o varias) ¿cómo te definirías?
- Preguntas preparatorias: ¿Cuántas ruedas tiene un coche? ¿De qué color es la nieve? ¿Qué comen las vacas? ¿Qué te pasa? ¿Por qué? (En el caso de decir “no lo sé”, la siguiente pregunta es “¿Y si lo supieras?”).
- Preguntas preparatorias: ¿Cuántos años puede vivir una tortuga? ¿Cuál es la noche más corta del año? ¿Cuántos días tiene febrero? ¿Crees que vas a resolver en esta vida lo que te pasa? ¿Y en este año? ¿Cómo?
- Preguntas preparatorias: ¿Cuántos continentes tiene la Tierra? ¿Qué hora es en Canarias? ¿Qué les encanta comer a los Pitufos? ¿Cuál es tu misión en la vida?
¿Qué tal el balance? ¿Prueba superada o toca
repetir curso?
A menudo encontramos una capa de granito que
nos impide profundizar en preguntas casi filosóficas pero necesarias. No en
vano, en la historia de la humanidad innumerables personas se han ido
preguntando lo mismo. Profundizar, conectar. Desde ahí podemos encontrar
respuestas que nos orienten, con las que podamos superar las circunstancias
presentes y nos impulsen hacia adelante.
Esa capa está dentro de nosotros y somos
responsables de haberla solidificado, por lo que también somos responsables de
ir rompiendo o, cuanto menos, erosionándola.
Esas preguntas tienen respuestas y es nuestra
misión encontrarlas para no funcionar como autómatas empujados por una inercia
que nos lleva a repetir respuestas, comportamientos, historia.
Puede pasar otro año más, y otro, y otro e
incluso la vida entera dejándonos llevar. ¿Por qué? Por mil motivos que se
resumen en “todas esas respuestas a todas esas preguntas no son lo más
importante para mí”. En tal caso, lo importante no es la verdad porque probablemente
sea un marrón del calibre de un rascacielos del que tal vez no salgamos bien
parados. Así termina el 2014… y comienza el 2015. Suspender el examen sorpresa
año tras año es deprimente por completo, así que, de no evolucionar, el año que
viene las únicas preguntas que nos haremos serán: “¿Me llegará con estas uvas
para todos?” o “¿Me pongo ropa interior roja, el anillo en la copa o las dos
cosas?”. Y no están mal estas tradiciones, pero ninguna tradición nos sirve
realmente por sí sola. Es como despojarla de todo su fondo y quedarse con la
forma.
Imaginemos que pedimos deseos con cada uva o
que los escribimos en un papel al puro estilo de noche de San Juan. Es cierto que nos sentimos bien. El
problema es que si no profundizamos en cada ilusión puesta en el futuro y la
hacemos presente para transformarla en realidad, se va a quedar en buena
intención y poco más.
Es importante aprovechar cada oportunidad de
verdad. De lo contrario, no sólo no vamos a desarrollarnos y ser medio de
desarrollo para otros sino que vamos a ir a peor, porque el tiempo pasa, la
energía se debilita y la ilusión se desvanece.
Hoy, esta noche, ya, ahora mismo es el
momento de profundizar en lo que hay y en lo que no hay, en cómo estamos y cómo
hace falta que estemos para vivir relaciones de amor, sentirnos bien,
orientarnos en la vida y ser directivos y directivas. Profundizar es fundamental
para conocer la verdad y anclarnos en la motivación que nos lleva a no
derrotarnos en ningún momento. Si nos comprometemos con nosotros mismos como
habitualmente lo hacemos con las dietas, los cursos de inglés o el gimnasio, lo
llevamos muy crudo.
Si apostamos realmente en dar un paso más
allá y tomar decisiones que no traicionemos, el año que viene estaremos en otro
sitio seguro. Por supuesto, ese sitio será mucho mejor: en la vida. Para ello,
no es suficiente con brindar; hay que trabajar.
¡Feliz año nuevo a todos y a todas! ¡Nos
vemos en el 2015!
Examen sorpresa cada dia! ! Desde la responsabilidad y honestidad de cada un@. Gracias. Lorena
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