22 de septiembre de 2014

Mieditis aguditis

Está claro que el miedo es una emoción adaptativa de cualquier animal, y cómo no, del ser humano. Es decir, que ante una amenaza real, reaccionamos. Las reacciones son diversas pero se unifican en tres bloques: huir, enfrentarse o evitar. Evitar tal vez sea la reacción que podemos establecer cuando hemos vivido el estímulo por lo menos una vez. Así que las reacciones más primarias serían la de huida o enfrentamiento. Quedarse paralizados también es una reacción, pero tal vez no demasiado
adaptativa, puesto que la herencia genética de los paralizados devorados por dinosaurios o leones, no se prodiga a las siguientes generaciones. Sin embargo es una de las que elegimos con asiduidad. ¿Por qué?

Digamos “paralizados” como sinónimo de “bloqueados”. Eso significa que se nos presenta una situación nueva que habitualmente supera nuestra capacidad de afrontamiento o nuestros recursos para resolver. No sabemos si es mejor huir o enfrentarse, así que alternamos, de manera que acabamos en el punto cero con tanto ir y volver. Esto es, bloqueados.

Es imposible creer en los milagros en una situación de bloqueo, de manera que postergamos o procastinamos. Vamos, que esperamos a sentirnos preparados para volver a ello. Mientras tanto, nos dedicamos a otras cositas que no nos amarguen tanto la vida y nos resulten más placenteras o menos comprometidas.

Pero, ¿qué tenemos que perder? ¿Por qué tanto miedo? Si nos ponemos a pensar, ¿qué puede haber tan terrible? ¿Que nos muramos? ¿Cómo? No es tan fácil morirse si uno no quiere y lucha por vivir. ¿Entonces? ¿Qué otra cosa? ¿Perderlo todo? ¿Y qué es todo? Si sabemos que vinimos sin nada y nos iremos con lo puesto, ¿qué podemos perder? ¿La familia, las relaciones? Difícil si son de auténticas. Y si no lo son, habremos ganado saber la verdad y no hubiéramos perdido nada, porque nunca lo tuvimos.

Vale, racionalmente lo tenemos todo dominado, pero seguimos cagados de miedo y bloqueados. Da igual lo que nos tenga acojonados, en qué área de nuestra vida. Lo importante es identificar que lo estamos para salir de ahí. Como siempre, lo primero siempre es tomar conciencia. Después tomaremos la decisión.

Pero vayamos al bicho. El bicho es esa parte de nosotros que sólo entiende de supervivencia, de sentir placer y de detestar el dolor. Para sentirse bien, necesita poder y placer. Luego ya le iremos orientando desde la conciencia para que no sea a costa de uno mismo o de los demás, porque si no, ya la hemos liado.

El bicho que quiere vivir, no acepta la amenaza, busca enfrentarse o huir. Sin embargo, se encuentra con un obstáculo: la emoción, que en ocasiones bloquea cualquier reacción constructiva y nubla la razón haciéndonos imposible una mirada lúcida. Así, desconectamos nuestra conciencia que nos orienta. Esta antena nos guía con una premisa clara: la vida ayuda siempre que te conectes a ella. Y es lo único que nos va a salvar de situaciones difíciles.

Sin embargo, cuando nos desconectamos de esa antena estamos eligiendo morir. Suena maniqueo, pero es como cuando vas a urgencias de un hospital y te encuentras en boxes a personas que luchan por salir de la enfermedad y recuperar la salud y a otras que se abandonan porque creen no tener motivos para seguir luchando, o tienen demasiado sufrimiento -al que le tienen un gran cariño-.

Entonces, ¿qué hacer con el miedo? Aceptarlo. Dejar de negarlo es el primer paso, como en cualquier adicción. Después, buscar qué nos da miedo. Hallar también las consecuencias nefastas que nos imaginamos de esa situación, cualquier fantasía de desastre. Saber además cuál será la consecuencia de aceptar que el miedo domine nuestra vida.

Por último, antes de tomar la decisión que corresponda, saber que cuando es para bien, la vida está a nuestro lado y vela por nosotros.

Ahora, ya podemos dar el paso, o el salto. Hay red. El amor es un colchón muy mullido que está ahí cuando sabemos que existe a través de nosotros mismos y de las relaciones que tenemos.


Cualquier situación que se nos presenta es para resolverla. Si no tuviéramos recursos para hacerlo, no se nos presentaría. La vida sabe muy bien lo que se hace. Ahora nos toca a nosotros mover ficha.

2 comentarios:

  1. Esto es todo un trabajo personal. La vida no merma, ni es normal perder la ilusión o que el amor se vaya con el paso del tiempo. Entender cosas como estas como normales es, supongo, huir o cualquier otra opción que no sea la de enfrentar. Cuando estás en la vida estás protegido y nunca, nunca estás solo. Gracias por compartir tus artículos. Lorena.

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  2. Gracias Maite por las claves para superar el miedo y el bloqueo, gracias por seguir escribiendo. Lo haces fenomenal!
    Bea

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