Sentir que recaemos es lo peor. Bueno,
dejémoslo en “malo”, que andar comparando qué es peor o mejor dentro de las
desgracias es como escuchar a dos abuelas o abuelos que compiten por ver quién
de los dos toma más medicamentos o se ha sometido a más operaciones. Terminar
hablando así es vivir más en la muerte que en la vida. Las dificultades, los
problemas, las recaídas son para remontar, no para instalarse en ellos.
Partimos de la base de que, en
este caso, “caer” no es bueno. Por supuesto, es necesario definir ese verbo
antes de entrar en polémica. “Caer” como acción o acontecimiento en que nos levantamos
de nuevo, cambiados, habiendo aprendido algo fundamental es fabuloso. Sin
embargo, “caer” como resultado de perder un estatus que habíamos alcanzado tras
un arduo trabajo es un episodio desastroso. Y si no, que le pregunten a
cualquier ex adicto a sustancias o comportamientos compulsivos y destructivos.
Caer, en el caso más puramente emocional es caer en el
sufrimiento, en la tristeza, en el odio, etc. sobre el que nos vemos arrastrados por completo. Aparecen las neurosis, el pesimismo, la falta de ilusión por vivir, la anulación del deseo y el amor por otros seres humanos, etc. Cuando ya hemos pasado por una situación tan terrible y que ha durado un tiempo considerable, y hemos salido, volver a esa ciénaga es la antesala de la desesperación.
sufrimiento, en la tristeza, en el odio, etc. sobre el que nos vemos arrastrados por completo. Aparecen las neurosis, el pesimismo, la falta de ilusión por vivir, la anulación del deseo y el amor por otros seres humanos, etc. Cuando ya hemos pasado por una situación tan terrible y que ha durado un tiempo considerable, y hemos salido, volver a esa ciénaga es la antesala de la desesperación.
El protocolo del ser humano con
el daño es el siguiente: nacemos felices, entramos en barrena, buscamos salir y
recaemos. Ahora, de lo que estamos hablando es del cuarto punto, después de
haber tomado conciencia del daño recibido y haber trabajado para salir de ahí,
resolverlo y ser felices. En esa cuarta dimensión donde creemos volver al punto
dos en el que entramos en barrena es donde suenan todas las alarmas. “Si yo me
lo he currado, he desarrollado conciencia, me he puesto manos a la obra, he
resuelto un montón de dificultades que parecían imposibles y me he sentido
fenomenal, ¿por qué narices vuelvo a estar como el culo?”. ¡Falso! Es un
sentimiento engrandecido por lo inesperado, pero no es real. Nunca volvemos a estar
en el mismo sitio. Y por supuesto, no estamos peor, sino mucho mejor. Lo que
ocurre es que nos ha entrado eso que en términos técnicos se llama “mieditis
aguditis”. Nos hemos hecho caca pensando que hemos vuelto al punto de partida,
o que no hemos sido capaces de sujetar la felicidad todo lo fuerte que podíamos
y se nos ha escapado. Sentimos que tal vez no volvamos a recuperarla y eso nos
pone fatal.
Recaer cuando se ha hecho un
trabajo personal intenso, no es caer al sitio donde estábamos. En este caso –misterios
de la física- caemos a otro sitio, en otra dirección. En diagonal, transversal,
en giro oblicuo… como sea. Pero no hacia atrás.
Debemos tener en cuenta que podemos
volver a estar donde estábamos porque eso que hemos vivido, esa felicidad, esa
sensación de poder la llevamos dentro de nosotros. Los cambios han sido grandes
y ya no es posible la vuelta atrás.
Por lo tanto, sólo hay que buscar
qué ha pasado para que se haya alterado esa armonía y resolver. No podemos
hacer que salten todas las alarmas cuando en un pabellón de dos hectáreas se ha
colado un ratoncito.
Esa experiencia ya forma parte de
nosotros y podemos recuperar esa posición fácilmente. ¿Cómo? Además de ver la
verdad de la situación que nos ha sacado de donde estábamos, hay que volver a
alimentarse de amor incondicional: de los demás, de nosotros mismos y de la
vida. Si de los demás ahora no hay mucho, nosotros estamos ahí para sacarnos
adelante, y si existe algún problema técnico, está la Vida. Cuando nos llenamos
de amor del bueno, del mejor, hay un momento donde existe un estímulo positivo
que nos hace catapultarnos a la posición que creíamos abandonada e imposible de
recuperar: la de estar bien, tranquilos, en paz, en armonía, felices y llenos
de amor.
Resumen de los pasos a seguir:
- Saber que es fácil recuperar nuestro estado de felicidad.
- Ver qué ha pasado. Comprenderlo y resolver.
- Alimentarnos de amor.
- Buscar el estímulo positivo que nos devuelve a nuestro lugar.
- Disfrutar, mantenerlo y seguir desarrollando.
Pues eso, a seguir creciendo,
amando y haciéndonos más fuertes y poderosos para la Vida.
Me encanta!!
ResponderEliminarMaría
Fuera el sentimiento de culpa. A resolver porque es la única forma de seguir adelante!! Qué intenso este artículo, me da qué pensar y reflexionar. Lorena
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