16 de noviembre de 2014

Poder legítimo vs poder ilegítimo

Todos los seres venimos a este mundo para tener una experiencia plena de realización y felicidad. 

La vida, para ello, nos ofrece el poder de materializarlo, de hacerlo realidad, nos da los recursos necesarios para que así sea. ¿Qué ocurre cuando no tenemos una experiencia de plena realización y felicidad? Que nos sentimos mal, lógicamente, y creemos que nunca va a ser posible. No encontramos ninguna explicación convincente para esa creencia, pero sentimos que es así y que así será por los siglos de los siglos. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no vivimos esa experiencia de plena realización y felicidad si es un derecho? Porque nos lo están robando por la cara. No hay otra explicación. Claro está que, cuando tratemos de corroborar esto, nos van a torear tal y como lo han estado haciendo hasta el momento. Al fin y al cabo, ellos dirán que tienen el poder. Lo que no dirán es que el poder que tienen es el de abusar. ¿Y quiénes son «ellos»? Ellos o ellas son todas las personas que, con la justificación que sea, no respetan el derecho fundamental de los seres vivos de vivir en justicia, igualdad y armonía. Las justificaciones son múltiples en su forma, pero no en su fondo. Lo habitual es que lo nieguen y busquen confundirnos con «cada uno hace su camino», «si no lo consigues es que no eres muy inteligente», «lo tuyo no vale puesto que nadie lo quiere», etc. Lo malo de entrar al trapo –al trapo del capote- es acabar creyendo que algo de razón tienen y que la situación que vivimos es por nuestra culpa; de ahí, ya no salimos.

Por eso, hablamos de poder en sus dos vertientes: el poder legítimo y el ilegítimo. Cualquier abusador dice: «yo tengo el poder». Pero, se le olvida añadir: «yo tengo el poder ILEGÍTIMO». Así que, quien respeta las leyes de la vida, donde todos y todas tenemos los mismos derechos y responsabilidades para desarrollarnos, y ser medio de desarrollo para los demás, tiene el poder LEGÍTIMO. Para que nos quede claro, porque esto no se dice en ningún sitio. Lo que solemos escuchar es algo así como «yo tengo el poder, y tú no». La traducción simultánea es: «yo tengo el poder ILEGÍTIMO y tú no tienes el poder ILEGÍTIMO, porque el que tienes es el LEGÍTIMO». No somos unos desposeídos o desposeídas puesto que la vida nos ampara, nos protege y nos ofrece los medios para defendernos. El robo, el expolio es intolerable. Cuando tratan de transformarnos en víctimas del abuso, es el momento de rebelarse, de indignarse profundamente y luchar por la vida, por las ilusiones de todos los seres. Aunque parezca que lo tienen todo ganado los mentirosos, traidores, mezquinos es una estratagema más para hacer que nos derrotemos. En absoluto está todo perdido. Hay que asumir lo que nos hayan robado: ser autoridad, un desarrollo profesional, una pareja, el amor, un padre o una madre, un reconocimiento social, la maternidad/paternidad, la sexualidad maravillosa… Y hasta ahí. Se acabó. No van a robarnos más porque tenemos la fuerza que nos da la vida, nuestra conciencia de que lo que hacen es un delito moral y tienen pendiente pedirnos perdón. Eso lo anotamos en nuestro libro de Justicia y lo ponemos ahí, en manos de la justicia de la Vida porque tienen una deuda pendiente con nosotras y con nosotros.

Cuando tenemos claro que es nuestra la herencia legítima de la vida, todas esas personas que han buscado abusar, no tienen nada que hacer. A la angustia que nos produzca luchar hasta el final, le decimos que tranquila, que se tome un zumito tumbada en una hamaca porque no van a poder con la fuerza de la indignación. La pena que sentimos por todo lo que nos han robado, la lloramos, la sacamos fuera. Y sobre todo, con todo ello abrimos conciencia en las demás personas, para que las siguientes generaciones no sufran del abuso y la tortura que produce el engaño, la mentira y la traición.


La vida es sagrada y nadie tiene el derecho de destruir la ilusión de ningún ser. Eso nos arruina como humanidad y es urgente rebelarse y defender. Tenemos el poder legítimo para hacerlo. No lo olvidemos.

1 comentario:

  1. Poder legítimo a la felicidad, al amor y pleno desarrollo. Viviendo desde ahí somos poseedores de la verdad de la vida. Poder ilegítimo no dura porque no hay impunidad. A grabármelo bien!! Gracias. Lorena.

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