17 de noviembre de 2014

Princesas y brujas

De todos es sabido que los cuentos encierran mensajes de todo tipo: buenos y no tan buenos, por no decir pésimos. Ayudan a los adultos a hacer entender a los niños de una manera lúdica y creativa comportamientos que son buenos, valores para que los desarrollen, aunque en muchos casos, el miedo que transmiten, es innecesario. Sin embargo, los niños necesitan proyectar lo que les ocurre en personajes: identificarse con los buenos y que los malos pierdan. Los malos suelen ser lobos, ogros o monstruos, entre otros, que no son malos, sino que se han alejado del bien.

Pero sobre todo hay muchos mensajes machistas que se han ido subsanando en los últimos tiempos por la conciencia adquirida tanto de padres como de madres así como de profesores, profesoras, artistas que trabajan con niños y niñas, y otros educadores y educadoras. (Siento el “os/as os/as…” pero tratándose de diferencia de género, habrá que escribirlo adecuadamente).

Por supuesto, aún queda mucho por hacer. Dentro de los cuentos, un tema peliagudo para las niñas, mujeres y por extensión a todos los seres humanos es el de las princesas. Podríamos titularlo “princesas vs brujas”.

Las princesas dan un horrible ejemplo de comportamiento, así como los reyes y los príncipes. Tanto en sus valores como en su relación. Por no hablar de la jerarquía social, pero eso ya es tema aparte, puesto que tooodas las niñas son princesas y toooodos los niños son príncipes o caballeros. Los hay incluso reyes y reinas, pero nunca pueblo llano. Así que todos iguales. 

¿Qué ocurre con las princesas? Que pasan de sus padres a sus maridos. Así, sin tapujos. No es que sea cuestionable enamorarse; de hecho, es maravilloso y lo más grande que nos puede pasar. Lo malo es que el príncipe la “rescate”. La autoridad en todo caso siempre es la del hombre en formato padre o pretendiente/marido.

La descripción de los valores de las princesas suele ser terrible: bella, con una voz como los ángeles, con la piel como el terciopelo, los cabellos sedosos,… En fin, una descripción de muñequita que aunque intentan hablar de su alegría y su viveza, sigue siendo un objeto decorativo y siempre con menos autoridad que la figura masculina.

Es cierto que muchos de los cuentos de princesas se ambientan en la edad media o en una marco donde había caballeros, reyes, escuderos, por lo que la sociedad en ese contexto era completamente machista. Sin embargo, es urgente adaptar esos cuentos a una conciencia de igualdad, donde las niñas son autoridad igual que los niños.

¿Cuál es la consecuencia de mitificar el rol de la princesa y contaminar con ese modelo la conciencia de las personas que, por edad están desarrollando su poder, su autoimagen, sus valores? Que la mujer que no es una princesa, se transforma automáticamente en bruja. Y eso lo saben tanto las niñas como los niños y se queda grabado en su interior para aflorar diez años más tarde cuando empiezan a madurar amorosa y sexualmente.

¿Quiénes son las brujas? Las brujas son las mujeres rebeldes que no han aceptado el papel de princesa si eso significaba renunciar a su propia autoridad y sabían que ellas eran iguales que los hombres, que no necesitaban una actitud paternalista, sobreprotectora y adoptar el papel de tonta y delicada damisela. Sin embargo, a causa de esa rebeldía, esa mujer es rechazada y marginada socialmente, tanto por los hombres que no aceptan compartir el poder con la mujer y se lo roba, como las mujeres que se venden a ese tipo de hombres, quedando así injustamente denostada, denigrada, marginada y condenada al ostracismo.

Lo que no sabía la bruja es que seguía aceptando la autoridad equivocada del misógino y la vendida, por ello se fue apagando, oscureciendo y apartándose del amor. La injusticia dejó que la transformara en justiciera y comenzara a vengarse de todos los que le habían hecho daño, aceptando la soledad y el desamor. Eso es lo que le transformó en bruja.

Por ello, la rebeldía de la mujer es necesaria para todos: para que los hombres sepan que las mujeres no son unas barbies tontas del culo, a las que hay que cambiar por otras cuando su juventud, su pelo sedoso, su piel de terciopelo vayan dejando paso a una mujer igualmente bella por su amor, por su autoridad, por su poder, digna de respeto y de admiración; y para que las mujeres sepan que los hombres aman de verdad.

La bruja se equivoca cuando, después de rebelarse a ser un ser humano de segunda categoría, no se rebela a la condena de los equivocados.


Así que cualquier mujer que esté comenzando a radicalizarse por la injusta condena que sufre, necesita rebelarse. A nadie le gustan las amargadas, pero sí nos encantan los y las rebeldes. Ellos y ellas cambian el mundo cuando no aceptan ninguna jerarquía y luchan por la igualdad y la unión verdadera.

2 comentarios:

  1. Amén.
    Gracias y muchas Maite! Este artículo definitivamente me ayuda a tomar una decisión que se me estaba resistiendo... Porque yo siempre quise sentirme princesa por su amor pero con la fuerza y poder de la bruja y enamorar siempre al hombre. Y cambiar las perdices por calabacines!

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  2. Responsabilidad de cada un@ es también alimentar al lobo adecuado que contaba la leyenda que hay en nuestro interior. Lorena

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