8 de agosto de 2013

Lo desconocido... ¡uhuhuh!

Como si esto fuera un serial, retomamos la idea de la “aventura” del capítulo de ayer. Si alguien no lo vio (o leyó, mejor dicho) puede unirse al viaje igualmente. La vida es un tren en marcha, o una bici. Lo bueno es que cada uno puede elegir el medio de transporte y cambiar  de uno a otro. De hecho, a veces empezamos a pie, luego nos subimos a un cohete y acabamos en piragua.

Cuando la aventura ha comenzado ya no hay vuelta de hoja. Podríamos decidir no continuar, pero una vez que se ha tomado la decisión, renegar de ella está muy feo. Es de cobarde, gallina, capitán de las sardinas.

Teníamos claro –por el capítulo de ayer- a dónde nos dirigíamos, y por eso creemos que hemos llegado al destino si se trata de un lugar físico. Pero el destino no es un país o una relación. Es lo que nace a partir de ahí, es el
recorrido que acabamos de empezar.

La decisión nos ha fortalecido, nos ha protegido. Ahora toca la siguiente fase: “¿Cómo sé qué tengo que hacer? Me siento en bloqueo... ¿Qué es lo correcto? ¿Encontraré las respuestas a las preguntas?...” Vaya, ya empieza a oler a caca. Técnicamente se llama “acojone”, miedo o pánico –según el grado- a lo desconocido.

Las respuestas nunca pueden ser mentales porque nos equivocaremos. Los impulsos son viscerales. Conectamos, nos permitimos sentir y llega. El primero suele ser el correcto. Es verdad que solemos tener que limarlo un poco, pero es ése. Si lo desechamos, debemos saber que lo hacemos por falta de redaños y porque confiamos menos en nuestro instinto que un coleóptero en Marte.

Una vez anclemos ese impulso, lo siguiente es planificar estrategias, no recorridos. Éstos nos llegan en el momento adecuado.

Ahora bien, ¿podemos equivocarnos? ¡Un momento! Una pregunta mejor: ¿qué es equivocarse? Equivocarse es aprender algo imprevisto. Así que cambiamos el verbo. Porque “aprender algo imprevisto” es dejar que pasen cosas inesperadas y que la vida nos tire un cubo de agua por la cabeza para espabilarnos (y refrescarnos).

Algo importante para aprender, en primer lugar, es que ese impulso que sentimos es auténtico. Eso significa que podemos confiar en nosotros. No hacen falta enciclopedias, aprobaciones externas o autoridades que nos certifiquen.

Desconocemos lo que ocurrirá, lo que nos deparará el destino, pero sabemos por dónde ir y por dónde no. La cabeza está para ordenar todo eso y encontrar la manera de llegar, pero el impulso de verdad es el que nos empuja a nuestro destino, a continuar la aventura.

Lo desconocido deja de serlo cuando lo conocemos. (Frase para la posteridad). Esto es, que cuando entramos en contacto con ello y nos metemos hasta dentro ya es familiar, cercano, nos pertenece y le pertenecemos.

Probar una comida nueva, iniciar una conversación con alguien al que acabamos de encontrarnos, o lo que es mucho mejor, atrevernos a tocar el corazón de las personas. Eso es lo que nos conduce a otro sitio, mucho más acogedor, que nos reconcilia y nos pone en armonía con el mundo. Aprendemos y enseñamos, amamos y buscamos que nos amen. Así es la verdadera aventura que nace del impulso de buscar vivir por encima de todo.

5 comentarios:

  1. Es verdad que el impulso verdadero es nuestro mejor guia.Cuando lo intelectualizamos la fastidiamos.

    Arturo

    ResponderEliminar
  2. Podemos confiar plenamente en nuestros impulsos puros ,que nos llevan a la aventura de la vida.Tienes toda la razon en que seguir nuestro instinto de ilusion nos permite crear la forma de vida que soñamos.Gracias por tu articulo.
    Rafael Portero

    ResponderEliminar
  3. Me gusta tu frase de que lo desconocido deja de serlo cuando lo conocemos.¡que buena! El miedo a lo desconocido a veces nos paraliza.El impulso de conocer cosas nuevas nos madura y fortalece.
    Me has dado una gran idea.Gracias.
    Manuel Ventura

    ResponderEliminar
  4. Cuando escribiste este artículo la caca me inundaba y me hacia más pajas mentales que un mono sabio.Ahora estoy tranquilo porque conozco lo desconocido,mañana igual empieza el proceso!viva la caca,símbolo de que estamos vivos! Gracias Maite

    ResponderEliminar
  5. El primer impulso es el que cuenta, lo que venga detrás suele ser más razonado, pensado... pero no más real. Como alguien dijo "ten el valor de escuchar a tu corazón" y hazle caso!!! ;) Lorena.

    ResponderEliminar