Como si esto fuera un serial,
retomamos la idea de la “aventura” del capítulo de ayer. Si alguien no lo vio
(o leyó, mejor dicho) puede unirse al viaje igualmente. La vida es un tren en
marcha, o una bici. Lo bueno es que cada uno puede elegir el medio de
transporte y cambiar de uno a otro. De
hecho, a veces empezamos a pie, luego nos subimos a un cohete y acabamos en
piragua.
Cuando la aventura ha comenzado
ya no hay vuelta de hoja. Podríamos decidir no continuar, pero una vez que se
ha tomado la decisión, renegar de ella está muy feo. Es de cobarde, gallina,
capitán de las sardinas.
Teníamos claro –por el capítulo
de ayer- a dónde nos dirigíamos, y por eso creemos que hemos llegado al destino
si se trata de un lugar físico. Pero el destino no es un país o una relación.
Es lo que nace a partir de ahí, es el
recorrido que acabamos de empezar.
recorrido que acabamos de empezar.
La decisión nos ha fortalecido,
nos ha protegido. Ahora toca la siguiente fase: “¿Cómo sé qué tengo que hacer?
Me siento en bloqueo... ¿Qué es lo correcto? ¿Encontraré las respuestas a las
preguntas?...” Vaya, ya empieza a oler a caca. Técnicamente se llama “acojone”,
miedo o pánico –según el grado- a lo desconocido.
Las respuestas nunca pueden ser
mentales porque nos equivocaremos. Los impulsos son viscerales. Conectamos, nos
permitimos sentir y llega. El primero suele ser el correcto. Es verdad que
solemos tener que limarlo un poco, pero es ése. Si lo desechamos, debemos saber
que lo hacemos por falta de redaños y porque confiamos menos en nuestro
instinto que un coleóptero en Marte.
Una vez anclemos ese impulso, lo
siguiente es planificar estrategias, no recorridos. Éstos nos llegan en el
momento adecuado.
Ahora bien, ¿podemos equivocarnos?
¡Un momento! Una pregunta mejor: ¿qué es equivocarse? Equivocarse es aprender
algo imprevisto. Así que cambiamos el verbo. Porque “aprender algo imprevisto”
es dejar que pasen cosas inesperadas y que la vida nos tire un cubo de agua por
la cabeza para espabilarnos (y refrescarnos).
Algo importante para aprender, en
primer lugar, es que ese impulso que sentimos es auténtico. Eso significa que
podemos confiar en nosotros. No hacen falta enciclopedias, aprobaciones
externas o autoridades que nos certifiquen.
Desconocemos lo que ocurrirá, lo
que nos deparará el destino, pero sabemos por dónde ir y por dónde no. La
cabeza está para ordenar todo eso y encontrar la manera de llegar, pero el
impulso de verdad es el que nos empuja a nuestro destino, a continuar la
aventura.
Lo desconocido deja de serlo
cuando lo conocemos. (Frase para la posteridad). Esto es, que cuando entramos
en contacto con ello y nos metemos hasta dentro ya es familiar, cercano, nos
pertenece y le pertenecemos.
Probar una comida nueva, iniciar
una conversación con alguien al que acabamos de encontrarnos, o lo que es mucho
mejor, atrevernos a tocar el corazón de las personas. Eso es lo que nos conduce
a otro sitio, mucho más acogedor, que nos reconcilia y nos pone en armonía con
el mundo. Aprendemos y enseñamos, amamos y buscamos que nos amen. Así es la
verdadera aventura que nace del impulso de buscar vivir por encima de todo.
Es verdad que el impulso verdadero es nuestro mejor guia.Cuando lo intelectualizamos la fastidiamos.
ResponderEliminarArturo
Podemos confiar plenamente en nuestros impulsos puros ,que nos llevan a la aventura de la vida.Tienes toda la razon en que seguir nuestro instinto de ilusion nos permite crear la forma de vida que soñamos.Gracias por tu articulo.
ResponderEliminarRafael Portero
Me gusta tu frase de que lo desconocido deja de serlo cuando lo conocemos.¡que buena! El miedo a lo desconocido a veces nos paraliza.El impulso de conocer cosas nuevas nos madura y fortalece.
ResponderEliminarMe has dado una gran idea.Gracias.
Manuel Ventura
Cuando escribiste este artículo la caca me inundaba y me hacia más pajas mentales que un mono sabio.Ahora estoy tranquilo porque conozco lo desconocido,mañana igual empieza el proceso!viva la caca,símbolo de que estamos vivos! Gracias Maite
ResponderEliminarEl primer impulso es el que cuenta, lo que venga detrás suele ser más razonado, pensado... pero no más real. Como alguien dijo "ten el valor de escuchar a tu corazón" y hazle caso!!! ;) Lorena.
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