De los creadores de “La gente es
lo peor” y “El mundo está hecho un asco” llega... “¡Todos hablan pero nadie hace
nada!”
En cualquiera de las tres
afirmaciones, nos vemos como marcianos, abservando desde nuestro planeta lo que pasa en la Tierra, como si nosotros no tuviéramos nada que
ver. Para tener esa actitud sólo hay dos opciones: o los demás son peor que nosotros o nosotros somos
mejor que los demás. En cualquier caso, hacemos lo mismo: quejarnos y criticar, cosa que deja una sensación de pesimismo en el ambiente y de culpabilización al
personal.
El gobierno nos hace la vida
imposible, las multinacionales nos quitan el trabajo, los bancos nos rematan,
las leyes están acabando con el bienestar
social,… Vamos, una retahíla de situaciones impuestas aparentemente sin salida.
social,… Vamos, una retahíla de situaciones impuestas aparentemente sin salida.
El panorama ciertamente es
lamentable y como nos pongamos a pensar lo que nos queda si no hacemos nada al respecto, podemos acabar llorando
o caminando como almas en pena preparados para ir al matadero. Como si nuestra vida dependiera de otros y no de nosotros.
En el caso de que aún estemos vivos, hay "algo" por muy pequeño que sea que nos indigna profundamente, y hay otro “algo” que
respetamos.
Por supuesto, todas las
situaciones injustas son motivo de indignación y todo lo que ha creado la Vida
es digno de respeto. Sin embargo, como cada ser humano tiene una sensibilidad
especial no será lo mismo para una persona que para otra. Por ejemplo, para una
puede que lo que más le indigne sea el abuso a los niños y lo que más respete
sea a las personas que hacen el bien.
Esto significa que hay algo que
nos moviliza por dentro y algo que nos ayuda a seguir luchando. Es posible que
ambos coincidan pero también es posible que no lo hagan.
Lo que nos mueve las entrañas y
la conciencia debemos alimentarlo, mirarlo a los ojos, no evadirnos o pasar de
ello. Es lo único que nos va a centrar para cambiar la realidad. Focalizando y
haciéndolo nuestro. Cuando lo tenemos claro, toca la parte de encontrar el
ancla para lanzarnos, desarrollar un vínculo con lo que nosotros respetamos. Si
no desarrollamos este aspecto, podemos convertirnos en guerrilleros en lugar de rebeldes. Es decir,
sentirnos tan indignados que vamos a la lucha en la que todo está permitido. Y
todo no lo está: la violencia no lo está, hacer sufrir tampoco.
Si estamos cargados de esa
indignación lo que toca es saber que aquello que respetamos lo ha creado la
Vida y por lo tanto, es sagrado. Si respetamos a las personas que aman, la
ilusión de los niños, los seres humanos que luchan por la dignidad,… sabemos
que no estamos solos en esa lucha, que todo lo que respetamos está con
nosotros.
Por último, lo que toca es tener
claro que siempre, siempre, siempre, se pueden cambiar las realidades enfermas
por realidades sanas, por realidades ideales, aunque no sepamos cómo. Como esto
no lo tengamos cristalino, fracasaremos con todo el equipo porque habrá un
momento en que entremos en duda. Y ahí, ya han podido con nosotros. Por
supuesto que luego uno se puede levantar (más vale), pero siempre es mejor no
perder el tiempo y la ventaja en caerse y recuperarse.
Después de todo esto, si hay alguien
que sigue quejándose sin mover ficha, es bajo su responsabilidad. El que pasa a
la acción, no se suele entretener en criticar o quejarse porque sabe que no hay
tiempo que perder.
Todos los que roban aprovechan el
momento en que la “víctima” está distraída para hacerlo y cuando nos damos
cuenta nos han desvalijado la casa… o todos los derechos sociales que han
conseguido, gracias a su lucha, todos nuestros antepasados y antepasadas.
Eso no ocurre cuando estamos
atentos, protegemos, defendemos y construimos.
¿Qué te indigna? ¿Qué respetas
profundamente? ¿Sabes que lo puedes conseguir? Pues… ¡adelante!
Que razon tienes Maite!
ResponderEliminarcriticarlo todo y no hacer nada por cambiar lo que esta mal es un deporte nacional e internacional.Es mas facil quejarse que cambiar,y esa es la clave rebolucionar.la poltrona y la amargura para nada.
Ismael
Me indigna la mentira y si hay algo que me indigne mas es la cobardia,pero lo que mas ,mas ,mas ,pero mas me indigna es la mala voluntad.cero de tolerancia.
ResponderEliminarGuillermo desde Sevilla
Fundamental creer en nuestro propio poder, porque de hecho tod@s somos poderosos para el bien, y podemos actuar, defender y proteger a quien lo necesita sin delegar en terceros como si nosotr@s no pudiéramos hacer otra cosa más que esperar al movimiento de los demás. SOMOS MOTORES DE ACCIÓN Y CAMBIO!! Brum, brrrummmm.... allá voy!! Gracias ;) Lorena.
ResponderEliminar