9 de julio de 2012

Un grano no hace granero, pero... ya se sabe

Así es. Probablemente un grano sea inapreciable pero puede determinar el peso de la balanza. Nunca se sabe. Sin embargo, no hacer nada por la equivocada idea de que va a servir de muy poco, nos condena.
Es posible que la conciencia  esté más desarrollada, pero aún no pasamos a la acción. ¿Cómo puede ser que haya tantas personas que ven injusticias, abusos, desigualdad, falta de amor, de compasión, de dignidad humana y tan pocas que se movilizan contra ello? No cuadran las cuentas.

Eso de “total, para lo que va a servir” o también “¿qué puedo hacer yo si son una mayoría y yo una sola persona?” son justificaciones para ocupar una posición de derrota que sí sirve de algo: de mantener toda la injusticia que hay alimentando así a un sistema enfermo. Es decir, no hacer nada por el bien, no significa ser neutral. Es imposible. Si yo no aporto nada bueno, estoy automáticamente poniendo algo malo. Es como ver a una persona pegar a otra y decir: “aunque no los separo, por lo menos no estoy pegando
a ninguno de ellos”. Podemos justificarlo creyendo erróneamente que no es asunto nuestro, que al final voy a acabar recibiendo yo, o cualquier otra cosa. El caso es que no impongo el bien. Y no sólo no ayudo, protejo, defiendo, sino que me siento fatal por no ejercer mi poder para el bien y desarrollarlo. De hecho, cada vez será más pequeño, y si antes me indignaba una pelea, ahora no querré ni mirar cuando empiezan los gritos en algún sitio. (Ahora bien, que lo de la pelea sirva como ejemplo, porque para separar a dos hay un protocolo que es necesario conocer, si no, empeoraremos la situación).

Los ejemplos de falta de entrega no sólo están en la búsqueda de resolución conflictos, sino en crear buen rollo y disfrute. ¿Cuánto de eso generamos? Si es poco, vamos francamente mal. Es como ir a una fiesta y no aportar nada de comer, o a un cumpleaños y no hacer ningún regalo. Si no colaboramos, entonces lo de promover y generar, siendo nosotros el motor puede resultarnos ciencia ficción.

Todo esto nos lleva a la pregunta del millón: ¿cuánto poder tenemos? ¿Cuánto creemos tener? ¿Cuánto ponemos al servicio del bien? La respuesta de “poco” o “muy poco” o cualquiera que no sea “todo”, no sirve de nada o de casi nada.

El primer paso, por tanto, es cambiar la conciencia que tenemos sobre nuestra capacidad de transformar realidades enfermas por realidades sanas, y por lo tanto sobre nuestro poder de transformar el mundo. El mundo evoluciona cuando hacemos una intervención sobre él a la escala que sea, aunque sea muy pequeña. Ese movimiento genera un efecto mariposa, que si ha sido positivo -porque nuestra intención y nuestra acción han sido orientadas al bien- obtendrá un resultado positivo aún mayor. A este primer paso podríamos identificarlo como tener un coche. Es disponer de la materia prima, con lo que contamos, con todas sus piezas.

Después de cambiar la conciencia, viene el momento de la motivación: puede ser la indignación cuando se trata de cambiar algo negativo en positivo, o puede ser la ilusión cuando lo que buscamos es mejorar, crear algo nuevo. Conectar con cualquiera de ellas, es como encender el motor del coche, arrancarlo. Ya hay algo que se ha encendido dentro de nosotros.

En tercer lugar, ponemos al servicio del objetivo nuestra fuerza y motivación pasando a la acción. Sabemos que podemos ya que disponemos del poder necesario y queremos hacerlo porque hay un impulso profundo, así pues, metemos primera en el coche y avanzamos. Probablemente encontraremos dificultades, o alteraciones de la carretera, o situaciones que no habíamos tenido en cuenta; pero para eso tenemos el primer y el segundo paso, que debemos guardar muy presentes.

Justificaciones, excusas, defensas hay miles y ciertamente, no ayudan en absoluto. Los héroes y las heroínas son anónimos, son grandes. No buscan fama, ni reconocimiento, sólo hacer lo que deben, lo que es su responsabilidad. Por eso son granos dentro de un granero, son seres humanos dentro de un planeta, iguales al resto, con una misión que deciden hacer suya: defender el bien, protegerlo, imponerlo, desarrollarlo.

2 comentarios: