Nos contradecimos, reculamos,
ponemos pegas, y todo por no elegir un sitio donde estar y por el que luchar.
Sin embargo, nos pasamos la vida buscándolo. Eso sí, ninguno termina por
convencernos del todo. Y cuando otra persona lo encuentra y toma la decisión de
permanecer en él, protegerlo, defenderlo y ser consecuente con sus actos,
decimos que es una
«fanática».
«fanática».
El relativismo es la defensa de la cobardía. O te la juegas o te quedas en la periferia mirando cómo otros se
arriesgan por lo que no te atreves ni a imaginar.
Probablemente no ayude que se
manipule la palabra «compromiso» por políticos, empresas religiosas, bancos y
demás vendehumos. Que ellos hablen de compromiso
lo único que provoca es las ganas de echar a correr subiendo y bajando colinas al
más puro estilo de dibujo animado.
Tampoco ayuda gran cosa que su
definición esté vinculada a la obligación. Nadie quiere tener obligaciones
porque se entienden como sacrificio. A lo mejor, si esas obligaciones van
acompañadas de derechos, el tema cambia. Parece un buen tándem: “derechos y
obligaciones”. En el concepto del compromiso, la obligación es moral y de responsabilidad, no de
subordinación.
Compromiso significa no venderse,
ser fiel a nosotros y nosotras mismas, para empezar. Tomar una decisión como iniciativa
propia y mantenerla por principios. ¿Quién se enamoraría de un héroe o una
heroína que guarda «lealtad» al mejor postor? Evidentemente, nadie. Que alguien
tenga un impulso y decida seguirlo hasta el final es motivo de admiración
cuando la causa en sí misma es noble, altruista, entregada, y donde la persona
en cuestión tampoco se sacrifique. Si alguien adquiere un compromiso de buscar
hacerse con todo el poder y el dinero, amasar fortuna al precio que sea, o
escalar puestos pisando cabezas, no le otorgamos el título de héroe o heroína, ni le profesamos admiración, sino todo lo contrario: es el villano, lo
repudiamos y confiamos que al final de la película –o de la vida- se haga
justicia, si es que no puede ser antes. En realidad, al sujeto que hace esto,
no se le puede aplicar el concepto de «comprometerse». En ese caso, de lo que
hablamos es de fijación, conjura, empecinamiento.
Por último, es importante subrayar
que el compromiso va unido a nuestra misión en la vida. Consiste en conectar
por qué estamos aquí y, sobre todo, para qué. Ahí hayamos el sentido a comprometernos,
a no traicionar lo que asumimos libremente.
En caso contrario, lo que hacemos
es cambiar de camisa y ninguna nos queda bien. En política o movimientos
sociales está muy mal visto -aunque no tanto como hace años-, pero y ¿en el
amor? ¿Está visto como una traición no asumir un compromiso? Evidentemente no.
Ya se han encargado los cobardes de darle la vuelta a la tortilla para salir
inmunes y quedar como súper machos. La reacción de las mujeres en este tipo de casos, históricamente, ha sido cambiar el compromiso al amor por el compromiso al sufrimiento y al sacrificio como opción. ¿Y en el área profesional? Tampoco está mal visto traicionarlo. Mira tú
qué bien. Utilizar todos los recursos para el propio beneficio es de listos.
Buscar el bien común es de bonachones, y por lo tanto, débiles a quienes van. a abusar. Con estas
coartadas, pueden hacer y deshacer donde y cuando quieran los «libres de espíritu» y los «fuera de serie». Están bien acuñados los términos, porque los «libres de
espíritu» no lo pueden estar más, puesto que su espíritu ha decidido alejarse
del sujeto en cuestión, o más bien, el sujeto ha alejado a su propio espíritu.
Y en el caso de los «fuera de serie», evidentemente, lo están, aunque estarían
mucho mejor descatalogados.
Amar a alguien incondicionalmente
y por encima de todo es el acto más grande, valiente y puro que puede llevar a
cabo un ser humano y, por lo tanto, lo dignifica. Cuando uno ama, lo hace sin
límites y cuando se conecta con el amor, más se entrega y se abre a la entrega
del ser amado. Esto nos convierte en seres vulnerables al amor e
indestructibles a todo lo demás, porque no hay derrota, no hay destrucción, no
hay manipulación, ni se acepta nada que salga del sufrimiento. Es imposible
amar un rato, porque cuando es de verdad, quieres más y para siempre, para la
eternidad.
En el caso de una causa social,
común a todos los seres humanos, podemos recordar la premisa: o todos vamos
bien, o todos vamos de pena. Comprometerse con otros seres humanos a sacar la
sociedad adelante, y por extensión el planeta, es comprometerse con la Vida. No
es necesario ser el más listo, guapo, rico, etc.
El miedo a ser fagocitado en una
relación de amor o a ser invisible y/o despreciado en una causa justa común es
lo que nos echa para atrás cuando escuchamos la palabra compromiso. Creemos que
perderemos los valores personales que tenemos al exponernos a semejantes circunstancias,
de modo que nos fabricamos una coraza bien grande y fría para alejarnos de todo
ello. Sin embargo, arriesgarnos es lo único que nos salva, con lo que nos
sentimos plenamente conscientes y con lo que cobra sentido nuestra existencia y permite que esos valores brillen de verdad.
Es posible y necesario el
compromiso. Sólo depende de tomar una decisión. Mantenerla depende de otra
decisión, prima hermana de la primera.
Es fundamental ir hasta el final
sin miedo, aprendiendo en el camino desde la entrega total.
Qué bien me viene tu artículo para reforzar el que yo voy hasta el final. No me muevo!!! pase lo que pase y le pase a quien le pase. La fuerza de la vida y del amor por encima de todo. Lorena
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