La información nos llega por mil
y un canales. Desde la televisión, los periódicos, las redes sociales e incluso
el cotilleo en la panadería.
Es como en los pueblos o en las
urbes de hace setenta años. Aunque hoy en día es todo mucho más refinado. O no.
Lo que no ha cambiado es que al final sabemos las andanzas de muchas personas,
conocidas o desconocidas. Y acabamos más con la vista fuera de nosotros que
dentro, interesándonos la vida de otras personas en lugar de conocer
profundamente la nuestra.
Por todas partes nos bombardean
con los acontecimientos, logros, obras y milagros de personas, hombres y
mujeres, que en su camino realizan
acciones que van creando una trayectoria, la que sea.
acciones que van creando una trayectoria, la que sea.
Mientras tanto tú te preguntas:
¿qué estoy haciendo yo con mi vida? Y hay dos opciones: creer que pronto
llegarás ahí, -que en realidad tampoco sabes ni qué es “ahí”-, o que nunca lo
harás. En ambos casos te estás montando una película, porque la bola de cristal
te la has dejado en el País de Nunca Jamás, con Blancanieves y Cenicienta. Es
posible que haya personas que intuyan el futuro, pero desde luego, tu caso es
el de un neurótico obsesivo. No sabes dónde estarás en el futuro porque no
sabes dónde estás en el presente. Es decir, si te propones llegar a Honolulu,
tendrás que conocer desde dónde partes. Si es desde California, te costará pero
no estás demasiado lejos. Ahora bien, si estás en Irlanda, probablemente el
camino sea bastante más largo, y no te quiero ni contar si estás en Marte, por
ejemplo.
Si sabes dónde estás, comienzas a
andar. Y disfrutas del camino. Y no te exiges llegar a Honolulu porque te
pondrás a sufrir por no llegar, por los obstáculos y no descubrirás nunca tus
valores, sólo tus carencias y tus defectos.
Por eso, lo verdaderamente
inteligente es conocer dónde estás. ¿En Marte? De acuerdo. Y ahora ¿qué? Pues
nada, ir a Honolulu me pilla muy a desmano, así que voy a ver qué hago aquí, a
disfrutar del paisaje y a descubrir mis recursos para ir a algún sitio, sea
Honolulu o Groenlandia.
No es necesario anhelar Honolulu
y tampoco negarse la posibilidad de estar allí cuando sea. De momento lo
importante soy yo –es decir, cada uno/a de nosotros/as-, no los que estén
tomando el sol en Honolulu, ni los que están en Marte y se quieren quedar ahí
para siempre. Yo quiero visitar otros lugares, descubrirlos, que para eso estoy
viva.
Ni me exijo ni me culpo por estar
en Marte y no en Honolulu. Esto es la realidad que seguimos transformando con
cada uno de nuestros pasos. Por eso: "caminante, no hay camino sino conciencia en el caminar". (Con permiso de Machado).
Tengo que olvidarme un poco de mi Honolulu y centrarme en donde estoy!!! Gracias por la inspiración :) Lorena.
ResponderEliminar