26 de abril de 2012

Sacar los pies del tiesto

No hay peor cosa cuando decides arriesgarte a buscar la verdad, a resolver lo que te pasa y el estado de las relaciones que mantienes, -vamos, cuando tomas la decisión de no aceptar lo que no quieres e ir a por lo que quieres-, que que te roben la autoridad.

En ese paso hacia un cambio profundo, decides que una de tus premisas fundamentales es no sufrir ni hacer sufrir. Eso incluye no aceptar imposiciones, mentiras, amenazas, condenas, etc. ni propias ni ajenas.

Sin embargo, lo primero que surge es la pregunta de los seres más cercanos que con preocupación te preguntan: “¿Qué te pasa?” Y tú,
inocente, comentas que hay problemas familiares, herencia de cosas buenas y cosas no tan buenas que se están transmitiendo de generación en generación que deberíais resolver. De repente, la preocupación descubre que era apariencia, y que lo que encubre es la premisa de “no sacar los pies del tiesto bajo ningún concepto”. Y no sólo en la familia, sino entre amigos, compañeros, etc. Y si hay una pareja que se había acomodado en esa pseudo relación, habrá dificultad. En realidad siempre es para bien, porque lo que se abre es la oportunidad a la autenticidad de todo, aunque nos venga fatal, sobre todo a los que no lo han buscado.

Para tomar esa decisión, es imprescindible coger la autoridad con fuerza. Así que cuando nos dicen que somos muy radicales, que dónde nos han contado esas historias, y que estamos manipulados, nos hierve la sangre de indignación.

Vas con toda tu buena voluntad a comunicar que no es necesario tener un modo de vida mediocre, que no es necesario sufrir y que las relaciones pueden y deben ser más profundas con base en el amor de verdad y te dan con la puerta en las narices, argumentado que estás loca y que les haces sufrir con esas barbaridades que dices. De esta manera te acaban de tirar a la basura toda la conciencia adquirida y puesta al servicio del bien.

¿Por qué las personas a veces reaccionan así? Por miedo. También por pena, una pena tan profunda que podríamos llamar depresión. Y por resentimiento. Además de mucha cobardía. Nunca por amor. Una persona que está en el amor jamás reaccionaría así. Pero una persona que no quiere cambiar porque no cree que sea posible o porque si le han jodido la vida, quiere vengarse destruyendo o destruyéndose, te intenta despojar de toda tu autoridad para no enfrentarse a la verdad. Porque duele y mucho, sobre todo cuando has decidido resignarte a una vida que no es vida.

Lo importante en estos casos es haber creado la oportunidad para uno mismo y para los demás. Si no la quieren coger, es necesario seguir adelante. Lo de que seas una víctima más no ayuda a nadie. Como ejemplo es importante no alimentar el mal rollo, salvar la vida y ser medio de salvación, buscar la felicidad de todos, incluida la tuya.

Eso sí, prepárate para defenderte de acusaciones injustas, declaraciones de guerra y frases apocalípticas del tipo “ya te darás cuenta de que la vida es sufrimiento”, “eres una ilusa: no se puede tener todo en la vida” o “vas a acabar sola”. Por supuesto, comunicado con tono de “nos abandonas y nos desgracias”. Todos son anzuelos que no podemos permitirnos picar. Si tomas la decisión de seguir un camino, sin venderte ni rendirte, has creado una oportunidad y a partir de ahora eres un referente vivo para otras personas que tengan ese mismo impulso.

Es importante recordar que no estamos solos. Que ha habido otros hombres y mujeres que lo han hecho antes que nosotros, y otros que lo están haciendo en este mismo momento. Y por supuesto, la vida nos ayuda.

1 comentario:

  1. Lo crean muchos o pocos la verdad es la verdad... LAM.

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