22 de mayo de 2012

¡¿Crisis?! ¿Quién dijo... cri...ssisss...?

La crisis es el mejor momento para resolver una situación que se repite en el tiempo. Es la oportunidad de hacerlo. La vida nos la da una y otra vez hasta que lo aprendemos o tiramos la toalla con nuestra vida definitivamente. Opción nada recomendable este última.

Lo que la crisis nos saca a la luz es la situación en la que nos dejaron: solos, abandonados, sin amor… y nuestra reacción ante ello, habitualmente manifestada con enfado o pena, o ambas. Cómo no, la culpa también suele rondar. Es necesario cambiar la pena por amor hacia uno/a mismo/a y el enfado por indignación.

Cuando nos sentimos tristes o enfadados, nos entra la culpa o culpamos a alguien de nuestra situación, de tal manera que ponemos en peligro las relaciones de amor que habíamos construido, si es que lo habíamos
hecho. Si no lo habíamos hecho sentimos la soledad de una manera abrumadora.
Entrar en crisis y no resolver, dejarnos llevar por los sentimientos negativos es alimentar a los “malos” o a los “borregos” y mermar la fuerza de los buenos. Es una onda expansiva muy poderosa. Por eso es imprescindible imponer el bien.

Elegir vivir, que es lo mismo que elegir vencer. ¿Alguien quiere plantarse a los setenta u ochenta años con la sensación de no haber luchado por la vida todo lo que podía?

En las crisis, elegir amar y defender esa posición con firmeza es una elección que nos mantiene en el poder y nos fortalece, nos desarrolla. Ésta es la manera también de que no nos la cuelen y ponemos la conciencia de que todo se cura desde una buena posición. Posición de la que somos autoridad sin esperar que nadie nos legitime. Nosotros mismos nos legitimamos y lo hacemos por responsabilidad.

Las crisis nos definen. Lo que cuenta en la vida es lo que hacemos en los momentos difíciles, no en los momentos en los que no arriesgamos nada. Es decir, podemos ser hombres o mujeres “ejemplares” hasta que un día, ante una crisis económica, robamos, o en una guerra denunciamos al vecino para que lo fusilen y así librarnos nosotros. Puede que sean casos extremos, pero ocurren. Sin irnos tan lejos, todo nos va “bien” hasta que se muere un familiar o nos detectan una enfermedad y nos hundimos, o hasta que nos echan del trabajo sin previo aviso y nos cabreamos tanto que lo pagamos con las personas que nos quieren: pareja, hijos, amigos, padres, etc. ¿Qué cuenta entonces? ¿Los cuarenta años donde todo era una balsa de aceite o el momento crítico? ¿Cómo somos de verdad? ¿Cómo nos comportamos? ¿Qué elegimos hacer? ¿Estamos evolucionando o tapando hasta que un día se descubre el pastel, la tarta o el bollito de crema con moho? Lo importante es lo que hacemos en esos momentos porque de ahí sabes realmente dónde está la persona puesto que muestra públicamente algo que ocultaba hasta ese momento.

Por eso son buenas las crisis, porque ponemos a prueba nuestra esencia, nuestra verdadera reacción en las dificultades. Ahí es donde aprendemos porque todo sale a la luz y ya no hay nada que ocultar, sólo elegir: curar o destruir.

Atención: pregunta. ¿Son todas las crisis del mismo tipo? Como primera acepción de este vocablo en la RAE encontramos “Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente”. El paciente pueden ser los valores humanos, una enfermedad propiamente dicha o la economía de un país. Se aplica a cualquier situación o persona.

Puede ser que la palabra crisis nos haga tragar saliva, pero podemos respirar mejor si lo sustituimos por “oportunidad”, porque eso es lo que es. Aunque en esos momentos preferimos pasarle la “oportunidad” al vecino o dejarla para un momento en que nos venga mejor. Es decir, nunca.

Hay una diferencia en la utilización de la palabra: la justificativa o la constructiva. Que el Gobierno de un país diga que estamos en crisis lo que busca es que asumamos una situación que han creado ellos mismos, los bancos, los directorios de las grandes empresas, la avaricia, el egoísmo, la injusticia, y la falta de moral y de ética. Y que si todo va fatal, no hay trabajo ni recursos económicos, que lo entendamos, porque estamos en crisis. Que no protestemos, que asumamos que aunque lo hayan creado unos pocos, es una crisis global. Que nos jodamos, vaya, y calladitos. ¿Y lo de indignarse? ¡No, por favor! ¿A quién se le ocurre…? Si en el fondo esto pasará… aguantar, aguantar, aguantar. La causa es la mala gestión de otros, siempre de otros.
Esta es la libre interpretación de la crisis.

La otra definición es la auténtica, no la que se utiliza para manipular. En ella nos encontramos el concepto “crisis” como una situación -esperada o no- que nos invita (o más bien nos empuja) a coger nuestros recursos, nuestra autoridad para salir de ahí. No quedarnos aterrados a causa de los que se colocan por encima, que son los mismos que han jugado con nuestro futuro, sea sistema, familia, gobierno,… da igual. Y sobre todo, construir, construir, no pegarse con los números que no cuadran, el trabajo que no sale, las dificultades, los impedimentos sino resolver y salvar vida. Para empezar, la nuestra acompañada de nuestras ilusiones, que la cara que se les queda a éstas en tiempos de crisis es todo un poema.

En resumen, la crisis es tiempo de asumir nuestro propio destino y tomarlo entre nuestras manos o dárselo a otra autoridad para que haga lo que quiera o pueda, implorando que no nos destrocen más de lo que ya lo han hecho, cosa que no suele ocurrir (lo de que no nos destrocen más). Ser consciente de que soy el dueño o la dueña de mi propio destino por encima de cualquier crisis es la mejor conclusión a la que podemos llegar si lo hacemos de verdad, desde las entrañas, desde el alma. Si es así, habremos superado la crisis de forma constructiva y estaremos viviendo. Porque efectivamente, la crisis pasará, dejando, lamentablemente, víctimas. Podemos elegir no ser una de ellas.

Crisis, desde esta posición constructiva, que es la única posición aceptable, es sinónimo de crecimiento, de madurez, de responsabilidad, de poder y de toma de conciencia.

2 comentarios:

  1. Voy a comprar un sombrero para quitármelo por este artículo tan potente!!! Yo pienso que por difícil que nos parezca una crisis, e incluso injusta, en verdad no nos llega nada que no podamos superar/resolver y con una visión positiva de entender crisis como oportunidad se enfrenta de otra manera. A jugársela y superarse todo el tiempo!! Lorena.

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  2. Desde que volví a este país en 2009 mi madre me decía:

    - "Ai hija, la cosa está fatal... No vas a encontrar trabajo ni en Zara!"

    Menos mal el impulso de buscar lo justo y lo sano me evitó quedarme en semejante limitación (camino al H&M CV en mano NO GRACIAS!) y aposté por la vida y por mí. Actualmente soy mi propia jefa. Hago las horas extras que quiero cuando me apetece, porque disfruto de lo que hago. Y la crisis? como bien dice Maite, ha sido una gran aliada.

    Vivan las crisis!

    vivan las mujeres como Maite y Lorena (y yo. Jajjaja!)

    GRACIAS!!!

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