27 de mayo de 2012

Yo es que lo siento todo

Ser sensible hoy en día puede resultar un problema a la hora de sobrevivir, aunque superada esa pequeña dificultad, se convierte en una ventaja si lo que queremos es vivir.

Sobrevivir consiste en mantener las pulsiones vitales, como cuando uno está en la UCI. Cuando pasamos a planta seguimos sobreviviendo, a pesar de que creamos, que después del coma, si estamos vivos, es que vivimos. Error de bulto. Sobrevivimos de milagro porque nuestro impulso de vida aún es mayor que el de muerte. Pero hasta que no saltemos, brinquemos en el exterior, descalzos, desnudos sobre la hierba y bajo los árboles, nos mantendremos con el gotero y el menú de hospital, pastillas incluidas.

Explicado de una manera más realista o lógica para nuestro maravilloso hemisferio izquierdo del cerebro, (aunque sobrevalorado actualmente en muchos casos con respecto al hemisferio derecho o al alma), sobrevivir supone estar pendientes de realización sin ni siquiera habernos lanzado a por nuestras ilusiones. Es como estar en casa mirando por la ventana. No estamos en el hospital, pero aún no bailamos al aire libre. Es cierto que podría se peor y que en lugar de sobrevivir estuviéramos muriendo, pero no es un consuelo.

Ser sensibles consiste en la “facultad de sentir” y la “propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura”, como definiciones de la RAE acompañadas de una “capacidad de respuesta a muy pequeñas excitaciones, estímulos o causas”.

En algunos casos se utiliza el término hipersensibilidad de forma peyorativa o como si se tratara de un defecto, al hablar de alguien que le afectan mucho las cosas, habitualmente negativas. Estas son personas que no levantan cabeza. Han estado tan expuestas a agresiones del tipo que sea que han destrozado su sensibilidad, bien por su intensidad o por el tiempo de exposición, o ambas. De tal manera que sufren, sufren y sufren sin recursos, aparentemente, para salir de ahí.

Sin embargo, el hecho de ser sensible tiene sus ventajas y sus desventajas, puesto que sientes todo lo malo y todo lo bueno. Vives todo de una manera intensa, y eso es maravilloso. La sensibilidad procede del verbo sentir, y eso se traduce en “experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas”. Lo que ocurre es que hoy en día los estímulos negativos son mucho más numerosos que los positivos a consecuencia del mundo que hemos creado o permitido que se creara o, simplemente, el mundo que hemos recibido de herencia y aún no hemos cambiado. Por eso, muchas personas ven como una desgracia ser sensibles, cuando no lo es.

La sensibilidad nos vincula con las otras personas, animales y plantas. Con todo el planeta Nos sociabiliza. Trabajar en ese sentido es sumamente positivo. Además podemos empatizar con los sentimientos de los demás para crear relaciones sanas y buscar que los demás empaticen con los nuestros.

¿Qué hacemos cuando atentan con nuestra sensibilidad? Protegernos y defender nuestra posición. Saber protegerse es fundamental para evitar el daño y el debilitamiento. ¿Cómo protegerse?

·        En primer lugar, si no hay garantías de que van a cuidar nuestra sensibilidad, no exponerse.
·        En segundo lugar, comunicar al a persona lo que está haciendo y que no tiene el permiso ni el derecho de hacerlo.
·        En tercer lugar, si se mantiene en una posición destructiva, denunciarle a él/ella y a todas las personas que sean del entorno lo que ha hecho y lo que sigue haciendo, para que salga a la luz.
·        Como anexo a este tercer punto, si es necesario buscar ayuda a otras personas para que se lo comuniquen de forma rotunda, sintiéndome yo tranquilo/a, protegido/a.
·        Por último, en cualquier caso, darle la responsabilidad de sus actos y crearle la oportunidad de rectificación para cuando quiera, bien sea con nosotros o con otras personas porque con nosotros no sea viable.

Aprovechando la coyuntura, no está de más insistir en que sensibilidad y debilidad no tienen nada que ver. Lo de que los “duros” son fuertes y los “sensibles” son débiles es la justificación más cutre que se ha podido inventar uno, porque lamentablemente es “uno” para mantener su problema de hacerse caca en los pantalones cada vez que tenía que relacionarse con “una” abriendo su corazón y sus entrañas. Técnicamente se le llama “mieditis aguditis” cuyo tratamiento es dejar de manipular y hacerse cargo de su problema en la intimidad con el sexo contrario y con el amor. Por supuesto, independientemente de quién lo empezó, esta actitud la hemos adoptado como patrimonio de la humanidad tanto hombres como mujeres.

Endurecerse es la “solución” que encuentran algunos y algunas para dejar de sentir, que en su caso era sinónimo de sufrir. Vamos, cortar por lo sano. ¿Que te duele la pierna? Pues amputamos. ¿Que te duele el corazón? Pues amputamos también.

Todos deberíamos entrenar la sensibilidad y aprender a defenderla y a cuidar la de los demás. Somos frágiles y fuertes. Nuestro cuerpo es sensible por mucho musculito que echemos, tatuajes que nos hagamos y armaduras que nos pongamos para salir a la calle. Nuestra piel percibe el frío y el calor, lo que le resulta agradable y lo que no. Empeñarnos en que no nos toque nada, en que no nos afecte nada es meternos en una mampara de cristal, como la rosa del Principito y dejar que pase la vida por delante de nuestras narices.

Repetimos: somos frágiles y fuertes. La fragilidad desde el punto de vista de la sensibilidad la comprendemos. La fortaleza nos cuesta un poco más. Sin embargo, la fuerza que tiene nuestra alma para vivir, el impulso vital que tenemos es brutal. Hagamos uso de ello y lancémonos a la vida.

1 comentario:

  1. Maravilloso!! Este blog debería enseñarse en todos los centros escolares, culturales, lugares de trabajo y a todo el mundo... Creas una conciencia maravillosa. Tú sí que cambias el mundo!! Lorena.

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