Ser sensible hoy en día puede resultar un problema a la hora de sobrevivir,
aunque superada esa pequeña dificultad, se convierte en una ventaja si lo que
queremos es vivir.
Sobrevivir consiste en mantener las pulsiones vitales, como cuando uno está
en la UCI. Cuando pasamos a planta seguimos sobreviviendo, a pesar de que
creamos, que después del coma, si estamos vivos, es que vivimos. Error de
bulto. Sobrevivimos de milagro porque nuestro impulso de vida aún es mayor que
el de muerte. Pero hasta que no saltemos, brinquemos en el exterior, descalzos,
desnudos sobre la hierba y bajo los árboles, nos mantendremos con el gotero y
el menú de hospital, pastillas incluidas.
Explicado de una manera más realista o lógica para nuestro maravilloso
hemisferio izquierdo del cerebro, (aunque sobrevalorado actualmente en muchos
casos con respecto al hemisferio derecho o al alma), sobrevivir supone estar
pendientes de realización sin ni siquiera habernos lanzado a por nuestras
ilusiones. Es como estar en casa mirando por la ventana. No estamos en el
hospital, pero aún no bailamos al aire libre. Es cierto que podría se peor y
que en lugar de sobrevivir estuviéramos muriendo, pero no es un consuelo.
Ser sensibles consiste en la “facultad de sentir” y la “propensión natural
del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura”,
como definiciones de la RAE acompañadas de una “capacidad de respuesta a muy
pequeñas excitaciones, estímulos o causas”.
En algunos casos se utiliza el término hipersensibilidad de forma
peyorativa o como si se tratara de un defecto, al hablar de alguien que le
afectan mucho las cosas, habitualmente negativas. Estas son personas que no levantan cabeza. Han estado
tan expuestas a agresiones del tipo que sea que han destrozado su sensibilidad,
bien por su intensidad o por el tiempo de exposición, o ambas. De tal manera
que sufren, sufren y sufren sin recursos, aparentemente, para salir de ahí.
Sin embargo, el hecho de ser sensible tiene sus ventajas y sus desventajas,
puesto que sientes todo lo malo y todo lo bueno. Vives todo de una manera
intensa, y eso es maravilloso. La sensibilidad procede del verbo sentir, y eso
se traduce en “experimentar sensaciones producidas por causas externas o
internas”. Lo que ocurre es que hoy en día los estímulos negativos son mucho
más numerosos que los positivos a consecuencia del mundo que hemos creado o
permitido que se creara o, simplemente, el mundo que hemos recibido de herencia
y aún no hemos cambiado. Por eso, muchas personas ven como una desgracia ser
sensibles, cuando no lo es.
La sensibilidad nos vincula con las otras personas, animales y plantas. Con
todo el planeta Nos sociabiliza. Trabajar en ese sentido es sumamente positivo.
Además podemos empatizar con los sentimientos de los demás para crear
relaciones sanas y buscar que los demás empaticen con los nuestros.
¿Qué hacemos cuando atentan con nuestra sensibilidad? Protegernos y
defender nuestra posición. Saber protegerse es fundamental para evitar el daño
y el debilitamiento. ¿Cómo protegerse?
·
En primer lugar, si no hay garantías de que van a cuidar nuestra
sensibilidad, no exponerse.
·
En segundo lugar, comunicar al a persona lo que está haciendo y que no
tiene el permiso ni el derecho de hacerlo.
·
En tercer lugar, si se mantiene en una posición destructiva, denunciarle a
él/ella y a todas las personas que sean del entorno lo que ha hecho y lo que
sigue haciendo, para que salga a la luz.
·
Como anexo a este tercer punto, si es necesario buscar ayuda a otras
personas para que se lo comuniquen de forma rotunda, sintiéndome yo
tranquilo/a, protegido/a.
·
Por último, en cualquier caso, darle la responsabilidad de sus actos y
crearle la oportunidad de rectificación para cuando quiera, bien sea con
nosotros o con otras personas porque con nosotros no sea viable.
Aprovechando la coyuntura, no está de más insistir en que sensibilidad y
debilidad no tienen nada que ver. Lo de que los “duros” son fuertes y los
“sensibles” son débiles es la justificación más cutre que se ha podido inventar
uno, porque lamentablemente es “uno” para mantener su problema de hacerse caca
en los pantalones cada vez que tenía que relacionarse con “una” abriendo su
corazón y sus entrañas. Técnicamente se le llama “mieditis aguditis” cuyo
tratamiento es dejar de manipular y hacerse cargo de su problema en la
intimidad con el sexo contrario y con el amor. Por supuesto, independientemente
de quién lo empezó, esta actitud la hemos adoptado como patrimonio de la
humanidad tanto hombres como mujeres.
Endurecerse es la “solución” que encuentran algunos y algunas para dejar de
sentir, que en su caso era sinónimo de sufrir. Vamos, cortar por lo sano. ¿Que
te duele la pierna? Pues amputamos. ¿Que te duele el corazón? Pues amputamos
también.
Todos deberíamos entrenar la sensibilidad y aprender a defenderla y a
cuidar la de los demás. Somos frágiles y fuertes. Nuestro cuerpo es sensible
por mucho musculito que echemos, tatuajes que nos hagamos y armaduras que nos
pongamos para salir a la calle. Nuestra piel percibe el frío y el calor, lo que
le resulta agradable y lo que no. Empeñarnos en que no nos toque nada, en que
no nos afecte nada es meternos en una mampara de cristal, como la rosa del
Principito y dejar que pase la vida por delante de nuestras narices.
Repetimos: somos frágiles y fuertes. La fragilidad desde el punto de vista
de la sensibilidad la comprendemos. La fortaleza nos cuesta un poco más. Sin
embargo, la fuerza que tiene nuestra alma para vivir, el impulso vital que
tenemos es brutal. Hagamos uso de ello y lancémonos a la vida.
Maravilloso!! Este blog debería enseñarse en todos los centros escolares, culturales, lugares de trabajo y a todo el mundo... Creas una conciencia maravillosa. Tú sí que cambias el mundo!! Lorena.
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