21 de junio de 2012

Recuperar los valores robados

¿Es posible recuperar algo robado? ¿Se puede reponer uno o una de un expolio a nivel personal? Entonces, ¿cómo saber quiénes somos de verdad si nos han dejado sin nada? Bueno, en realidad, sin nada, no. Porque cuando nos quitan los valores para vivir, los buenos, nos colocan en su lugar creencias negativas sobre nosotros mismos y desvaloración como por un tubo. A esto se le suele llamar “dar gato por liebre”, aunque cuando es tan escandaloso como es el caso, se le puede llamar “dar mosquito por rinoceronte”.  

Si es tan desmedido el saqueo, ¿cómo es que no nos damos cuenta? Evidentemente, porque se hace a una edad en la que estás descubriendo quién eres y te están ayudando a hacerlo. O se supone que lo hacen.

Existen diversas estrategias bien elaboradas para hacer que te deshagas de tus valores tirándolos por la taza del váter. En primer lugar, con mentiras. Si te dicen que tú no tienes ese valor, sino que eres de otra manera, el lavado de cerebro funciona fenomenal, y te lo crees. En segundo lugar, con desvaloración. Haces un despliegue de cualidades maravillosas y la comunicación que recibes es que no es para tanto. Ya te han arruinado la vida. Y en tercer lugar, con ausencia de todo estímulo. Es decir, si eres súper inteligente o idealista, o tienes mucha fuerza o alegría y no mencionan eso en ningún momento, desconocerás que eso es un valor, no le darás importancia y dejarás de desarrollarlo o se aprovecharán de él.

Esta estafa se produce de forma paulatina, sin que nos demos cuenta. A medida que vamos creciendo nos van/vamos despojando de todo aquello que necesitamos para vivir y no ser unos desgraciados/as.

¿Por qué ocurre? ¿Es que según nacemos ya nos odian, nos desprecian? No. No funciona así. No se hace por odio consciente, por lo general, pero está claro que mucho amor no se pone cuando destrozas la vida a un niño/a. El motivo es que han hecho exactamente lo mismo con ellos y están perdidos, sin valores. Se hacen adultos, y la vida les bendice con un niño o una niña en una relación de amor, pero como como no han resuelto, repiten historia, a su pesar. Aunque traten de hacerlo mejor que lo que lo hicieron sus padres con ellos, no sirve, no es suficiente, porque siguen entrampados, engañados, y víctimas de un fraude. Así, acaban metiendo en esa “religión” a sus hijos continuando la cadena de infelicidad y destrozo.

Vale, ya tenemos la información de que no sabemos ni quiénes somos ni cuál es nuestra misión en la vida, ni cómo defendernos. Lejos de deprimirnos con esta conciencia, ya disponemos de la herramienta para resolver: la verdad. No somos unos fracasados, mediocres, limitados, sin valores, o como sea que nos sintamos. Somos seres humanos que están acomplejados porque les han dejado sin valor y se sienten solos, indefensos y cabreados/tristes/angustiados. Y reaccionamos de mil maneras diferentes, desde la superioridad, el pasotismo, la inferioridad, el pesimismo, etc.

Desde la verdad nos toca reconectar con nuestros valores. ¿Cómo hacerlo cuando no somos capaces de aceptar ninguno como nuestro? Debemos distanciarnos de quién somos y vernos desde fuera, como si habláramos de una tercera persona, objetivamente. “Fulanito, ése que no soy yo, ¿cómo es? ¿Qué cualidades propias tiene? ¿Cómo ha sido su trayectoria? ¿Es defensor de la justicia? ¿Sensible al amor? ¿La alegría le conecta a la vida? Y así, un repaso completo. Podemos hacerlo a través de las cuatro conciencias: pasional, emocional, intelectual y espiritual, con los valores propios de cada una de ellas, viendo con cuáles se identifica Fulanito, que está fuera de mí para este análisis.

Cuando los hagamos nuestros de nuevo, es importante agradecer a la Vida todo lo que nos ha regalado para que lo administremos y comenzar a desarrollarlo. Algunos valores estarán más o menos encaminados, otros en pañales, y otros casi sin formarse, tapados con un montón de polvo y escombro. Lo importante es comenzar a andar. No hay que llegar a ningún sitio. Consiste en optimizarse para, después, conectar con lo que queremos y con nuestra misión en la vida. Esto no se podría hacer antes puesto que no creemos que haya materia prima para tal fin. Ha llegado el momento de centrarnos en la sanación y dejar de aceptar que somos unos “sin valor”.

1 comentario:

  1. Aceptar, resolver, superar, crecer y desde ahí entregarnos a crear un mundo feliz!! Escribes muy muy bien!! Lorena.

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