A lo mejor para saber quién somos,
es más fácil empezar por saber quién NO somos.
¿Por qué? Porque tenemos un alien dentro que nos manipula, que nos invade
como un parásito inoculado que crece y crece. Tanto que nos va restando
espacio. No es que durmamos con el enemigo, es que convivimos con él, hasta tal
punto que no sabemos dónde termina uno mismo y dónde empieza el “otro”. El “otro”
podríamos definirlo como el daño nuclear, compuesto de mentiras, desvaloración,
manipulación, lobotomías varias y alienación al que le damos autoridad porque
ya nos han plantado el chip enajenador. Nosotros lo único que hacemos es
repetir y repetir y repetir historia, obedeciendo a una autoridad enferma, que
representa a la que antes nos machacaba sin piedad, y que ahora está dentro.
Sin embargo, hay una voz que
resuena llena de autenticidad y que nos dice por dónde sí.
¿A quién hacer caso? Aquí van
unas orientaciones, obvias –o tal vez no tanto- que harán que ese “otro” no
pueda seguir vampirizándonos.
Ése que hace que me odie no soy yo. Ése que hace que odie a todo el
mundo no soy yo. Ése que hace que crea que todo es muy difícil o imposible no
soy yo. Ése que dice que voy a acabar solo no soy yo. Ése que dice que la vida
es una mierda no soy yo. Ése que hace que sufra no soy yo. Ése que dice que ya
es demasiado tarde no soy yo. Ése que hace que crea que soy un perro verde no
soy yo. Ése que hace que me quiera morir no soy yo. Ése que dice que soy un
inútil no soy yo. Ése que hace creer que no tengo valores no soy yo. Ése que
hace que me derrote no soy yo. Ése que hace que me ponga pesimista no soy yo.
Ése que dice que el amor es de pringados no soy yo. Ése que hace que me sienta
culpable de todo lo que me pasa no soy yo. Ése que me aleja de lo que quiero,
de mis sueños, mis ilusiones y mis esperanzas no soy yo. (…)
Cuanto más desenmascaramos a
quien no soy, más fuerte me pongo, más seguro o segura me siento, y con más
determinación me dirijo a donde quiera ir. Consiste en extirparse esa sanguijuela
que vive a nuestra costa y ponernos fuertes. Cuando sabemos quiénes somos, tenemos
la lucidez y la fuerza para sacarnos adelante.
Cualquier emoción o pensamiento que
nos debilita y nos saca de la conexión con poner lo mejor para el buen rollo y
no alimentar el mal rollo, no es nuestro y por lo tanto inaceptable que lo
alojemos junto al amor puro porque lo destruye, o por lo menos lo intenta.
Es verdad que si nos hablamos del
procedimiento de repetición de frases para conectarlas desde nuestra conciencia
esta manera no es la mejor. Se llaman afirmaciones,
así que afirmaciones con formato de negación resulta un mejunje que a nuestro
cuerpo le confunde. Pero si es para defendernos, es importante saber decir: esto
no lo quiero. Ni esto, ni esto otro. Así, quitándonos de encima todo el
chapapote, podremos reconectar mensajes claros y de verdad.
Las afirmaciones se suelen
trabajar en meditaciones, sesiones terapéuticas, etc. Es decir, que las
expresan personas que buscan sanar el daño y desarrollarse. Las afirmaciones o
las defensas verbales como tal suelen estar defenestradas por su “utilización”.
Es decir, que se suelen repetir a modo de loro, sin que haya ninguna
trascendencia en ello y por lo tanto, ningún efecto positivo. Efectos negativos
son todos, ya que cuando algo no sirve para lo que se ha creado, es como
tirarlo a la basura, y con ello, la creencia que de verdad podemos conseguir lo
que queramos.
La cuestión es que nos pasamos la
vida diciendo “Yo soy tonto”, “¡Qué difícil!”, “Yo no me siento capaz”, “No
puedo”, “El amor no dura para siempre”, y muchas joyas más. Todas esas frases también
son afirmaciones a las que, lamentablemente, hacemos más caso del que creemos.
Por tanto, defendernos de todas
ellas, que nos hacen daño, es el primer paso para que haya espacio para nuestro
verdadero ser.
El siguiente paso, es descubrir
lo maravillosos que somos y lo llenos de valores que estamos (muchos por
desarrollar). Y es una noticia fabulosa. Además, hay una noticia aún mejor y es
que si ya hemos echado al huésped indeseado, la autoridad, por fin, es nuestra
y podemos reconocer nuestros valores sin que haya nadie chafando o negándolos. Somos
dueños de nuestro destino, de nuestro camino.
maravilla!! Me ha gustado mucho. Es tan fácil como darse cuenta de que cuando aparecen boicots internos, dudas, zancadillas, etc. internas no somos nosotr@s porque la vida no es eso. He aprendido y reforzado mucho con este artículo. Gracias. Lorena.
ResponderEliminar