13 de junio de 2012

Dime con quién andas...

Creemos que en las relaciones existe un factor muy importante a tener en cuenta que es la suerte. La mala y la buena. En realidad cuando formulamos la queja es por la mala. Aún no he conocido a nadie que hable de su buena suerte en las cosas y menos que se queje por ello.

Cuando la expresión va orientada a las relaciones nunca asumimos que existe una causa. Puede ser en las relaciones con los amigos, aunque es más claro el ejemplo en las llamadas “sentimentales”, es decir, de pareja. ¿Por qué? En el caso de los amigos como hay más diversidad, no se nota tanto la “mala suerte” aunque la tendencia sea ésa. De hecho, si con ellos tenemos problemas habitualmente acabamos pensando que “la gente es así” y generalizamos. Cuando esto mismo se centraliza en una persona con
la que buscas crear un proyecto de vida común, el asunto se recrudece. Y cuando vamos de oca en oca, o mejor dicho, de ganso/a en ganso/a –con perdón por los gansos o gansas- ya lo de “y tiro porque me toca” acaba transformándose “y (me) tiro (por el balcón), porque me toca(n los ovarios/gónadas).

¿Qué pasa? ¿Es mala suerte? ¿Somos nosotros? ¿Son los demás? Y comienza el rucu-rucu de la cabeza. ¿Por qué siempre tropezamos con la misma piedra o con el mismo ladrillo? ¿No hemos aprendido lo suficiente de la anterior relación? ¿O de la anterior a la anterior? ¿O de la anterior…? Bueno, ¿para qué seguir flagelándolos por todos los errores, equivocaciones y desastres varios? No por hacer eso vamos a resolver el enigma. Aunque más que enigma, vocablo que desprende un halo de misterio romántico, podemos denominarlo expediente X o la cruz que llevamos encima.

El caso es que acabamos siempre con el mismo tipo de persona, con un patrón parecido, con dinámicas similares y terminamos por adoptar roles y comportamientos que rozan lo patológico. Es decir, que encontramos la horma de nuestro zapato, una y otra vez. Con patológico me refiero a insano, antinatural. ¿Qué es lo sano y lo natural? Hacerse felices, no sufrir ni hacer sufrir, realizarse como hombre y como mujer en pareja, como padres y como familia. (Hay que tener en cuenta que los hijos no tienen por qué ser nuestros, puesto que todos los niños son de todos, sin que esto signifique sentido de propiedad. Los niños en realidad, son de la vida, no tienen dueños.  En cuanto a la familia, TODOS formamos una gran familia, todas las razas del mundo, hombres y mujeres, pertenecemos a ella, tengamos o no una consanguínea).

¿Cuál es entonces la causa de tender a un prototipo de relación? Curar el daño que tenemos. Pero esto que es una oportunidad, tiene doble filo, porque en caso de que no lo hagamos, lo que conseguimos es destruirnos totalmente.

Somos portadores de valores y de daños, nuestros y heredados. Uno de los daños más importantes se encuentra en las relaciones hombre-mujer. Y si conseguimos curarlo, se transforma en uno de las cualidades más grandes.

La vida, además de ser un milagro, es profundamente sabia. Crea oportunidades de sanación continuamente. Y por supuesto, emitimos eso que llevamos dentro para conseguir superarlo y evolucionar.

Pongamos un ejemplo. Si yo soy un hombre que no he podido salvar a mi madre del sufrimiento con mi amor, eso es lo que emitiré que soy, un hombre sin poder suficiente cuyo amor vale francamente poco. Y el concepto que tendré de las mujeres es que pasan de los hombres y prefieren sufrir. Lo que desconozco es que mi madre no coge mi amor y se cura de su pena porque sigue esperando a que su padre coja el suyo y también se salve. Y así sucesivamente hasta el mono, Adán y Eva o más allá de los tiempos. Como mi madre está en el sufrimiento no ve mi amor y eso me pone fatal y entro en duda. Pasan los años y, de pronto, conozco una chica de la que me enamoro, y ella de mí. Sin embargo, ella, enganchada a que los hombres no la quieran, proyecta que yo soy como todos, aunque quiere corroborarlo. ¿Qué ocurre? Que yo dudo de mí y de que ella elija mi amor por encima de todo para ser feliz. Ella, en esa renuncia, en esa falta de determinación ve al hombre que no lucha por su amor –por el de ella- y que no cree en él mismo. Es el comienzo de las crisis y el final de la relación. Aunque también puede darse la otra opción, que es que el amor lo puede todo. Yo como hombre, descubro la verdad de mí y de la mujer que sufre. Dejo de sentirme un pobrecito y me lanzo a salvarla y a darle el hombre de verdad que nunca ha tenido. Y ella deja de estar enganchada a su padre y a los otros que han pasado por su vida con ese mismo perfil y da la oportunidad de creer en el hombre y en su amor. Deciden libremente no ponerse etiquetas ni a sí mismos ni a los demás, se rebelan y se dejan guiar por su amor. Colorín, colorado…

También puede ocurrir que una de las partes sí busque evolucionar y curar esos daños y la otra, no. Si esa situación persiste en el tiempo, la pareja terminará por dejar de serlo. De hecho, la única manera de que la relación no sólo sobreviva sino que se desarrolle y se haga indestructible es cuando ambas partes saben que la llave de su felicidad la tiene el otro y que a través de él/ella cambiarán su destino.

Lo que emitimos es para atraer a la persona que nos completa y complementa nuestras ilusiones hasta comer perdices y nuestras heridas para curárnoslas mutuamente (o hasta destrozarnos). No estamos a merced de los caprichos del destino. Estamos protegidos por la vida y disponemos de una conciencia que nos da acceso a la verdad  y fuerza para luchar.

Así pues, la frase “dime con quién andas y te diré quién eres” es totalmente acertada. No hay casualidades cuando nos enamoramos, o hacemos nuevos amigos. No es el azar. Somos nosotros interactuando con nuestras neurosis y/o nuestro amor. ¿Quién ganará? Eso sólo depende de nuestra voluntad.

1 comentario:

  1. Hace tiempo leí una entrevista de Prem Baba donde, en un momento dado, el entrevistador le decía "La vida trae problemas e infelicidad." Él respondía: "Son oportunidades. Cuando el problema se repite, hay que insistir en esa pregunta sabia. ¿Qué intenta enseñarme la vida que no consigo aprender?" Esto también es asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. Genial eres... Lorena.

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