En ocasiones escuchamos voces
dentro de nosotros. Ese “en ocasiones” se acaba transformando en “a menudo”
hasta alcanzar el “casi siempre” o “siempre”.
¿De dónde proceden? Esas voces no
son nuestras en origen, pero terminamos por cogerles mucho “cariño” y adoptarlas.
¿Qué dicen? De todo, y todo malo:
que no podemos hacer algo en concreto o nada en general, que somos feos, poco
atractivos, malos, un desastre, que nadie nos va a querer, que no tenemos derecho
a lo que queramos, que nadie quiere a nadie, que los hombres son unos capullos,
que las mujeres son unas brujas, que la vida es sufrimiento, y un largo
etcétera. Son las voces del Pepito Grillo infernal. Esas voces suelen
mantenernos presos en una situación de forma que empeora porque no le damos
puerta.
No nos defendemos de los ataques
tan graves que nosotros mismos nos causamos. Es decir, que dormimos con el
enemigo. Bueno, dormimos, comemos, vamos al parque, al cine, trabajamos, etc.
con él, de tal manera que es imposible salir adelante.
¿Cuál es el proceso de acabar en
esa situación? Todo empieza, cómo no, en la infancia. Incluso antes, desde la
concepción, dependiendo de la persona. En algún momento comienza a grabarse a
fuego dentro de nosotros las desvaloraciones, mentiras, desprecios, que los
adultos proyectan en nosotros. Y afirmamos que “proyectan” porque lo que hacen
es una reacción ante lo que ellos han soportado, y siguen soportando, que ha
sido lo mismo que están generando. La cosa es así: hasta que no se rompe la
cadena de transmisión, seguimos contaminando tal y como lo han hecho con
nosotros.
Si no lo paramos cada vez se hace
más fuerte esa secuencia de voces, y van tomando el control de uno, dejándonos
dominados por algo que no somos y que ha suplantado nuestra verdadera
identidad.
¿Cómo es la secuencia?
Al principio tenemos una fuerza
interior que se oye en estéreo y a la que hacemos caso.
Por encima de nuestra autoridad,
se pone la de los padres y otros adultos, que nos bombardean con mensajes
negativos.
Nuestra voz se escucha de manera
más débil porque las voces de alrededor se han colado dentro de nosotros y las
empezamos a oír a la vez que las escuchamos fuera de nosotros –que son las
mismas, dentro y fuera- y a la vez que
sentimos nuestro verdadero impulso que busca su espacio, pero se da cuenta que
hay intrusos. Sin embargo, no los saca fuera. Si están dentro, será por algo…
Ya no hace falta que las voces
sigan fuera, porque disponemos de ellas a todas horas dentro de nuestra cabeza.
Las hemos hecho propias. La voz que viene del alma, la nuestra se hace hueco a
duras penas entre tanta polución.
¿Cómo es el proceso desde el
momento en que ya nos han inoculado? Escuchamos de manera habitual todas esas
voces con más o menos volumen. Cuando el volumen baja, es el momento en que
sentimos un estímulo conectado a una ilusión. Lo que ocurre a continuación es
que todas las voces suben a un volumen estridente y brutal echándose encima del
pobre impulso de vida, de realización, de felicidad para abortarlo. Uno menos.
Así, cada vez será más difícil que pueda asomarse otro con fuerza suficiente
para sobrevivir.
¿Qué hacer para resolver este problema,
aparentemente, sin solución? Calmamos a las voces para que se callen como quien
calma a una bestia hambrienta y buscamos ese impulso. Cuando aparece, y antes
de que las voces lo inmovilicen echándose encima, damos a la tecla “pause” y
nos tapamos los oídos. Cogemos la autoridad y decidimos qué queremos hacer. Al
coger la autoridad, le hemos quitado el poder a todos los pensamientos
negativos, destructivos y decidimos darle la oportunidad a ese impulso que se
abre paso de nuevo. Por supuesto, que va a tener atentados, pero podemos
pararlos y salvar la ilusión buscando que se desarrolle. ¿Por qué? Porque todos
los discursos internos que tenemos están basados en una mentira enorme, o en
muchas, todas enormes.
El objetivo es dejar de darle
poder a una pesadilla porque no es real. Acallar las voces es la consecuencia
de defender la vida -nuestra vida y la de todos- al dejar de contaminar
rompiendo la cadena. Hacernos cargo de que se desarrolle nuestro impulso
auténtico supone cambiar nuestro destino.
En mi opinión hay voces indirectas. Tras una relación en la que nos rompen el corazón y hemos puesto mucho es muy fácil que cuando empezamos a relacionarnos de nuevo aparezcan los recuerdos idílicos de aquella anterior ocasión. Parece que dan ganas de parar el tiempo, para que así esa persona se ponga a la altura y nos recupere. En esos casos funciona bien el decir a esa persona que sigue tratando de boicotear las nuevas relaciones desde los recuerdos que no es bienvenido, que tuvo su oportunidad y no la cuido ni aprovecho. No tiene derecho a tratar de anclarnos en el pasado. Te despides y sigues adelante porque sí, porque te lo mereces y todo lo bueno por venir también se lo merece!!! :) Lorena.
ResponderEliminarEs tan actual tu articulo,que aunque lo has escrito en Junio 2012,podria salir mañana mismo como articulo de opinion en un periodico nacional de tirada diaria.
ResponderEliminarHas tocado el tema de fondo de todas las crisis y desgracias.Muchas gracias por tu conciencia ,amor y rebeldia.Hace muchisima falta.
Franki Milton