19 de junio de 2012

¿Hacemos equipo?

Probablemente, a estas alturas del partido, a base de repetirlo y comprobarlo, nos hemos dado cuenta de que solos y solas no podemos. Si hay alguien que aún piensa que hacerlo de esa manera es sinónimo de fortaleza y que la ayuda significa debilidad, que se dé una vuelta por sus creencias, que lo más seguro es que se la hayan colado.

Teniendo ese primer paso aceptado, el siguiente es hacer equipo. ¿Qué significa esto? Que cada cual pone lo mejor de sí en las relaciones al servicio de un objetivo en común, sin olvidar las ilusiones personales que hay que proteger, desarrollar y sacar adelante. Por supuesto, hablamos de
un equipo sano.

En torno a este tema, hay varias cuestiones a abordar.

No es lo mismo tener relaciones de amor que hacer equipo. Lo primero no implica lo segundo, pero lo segundo sí que implica lo primero. Puedes tener relaciones de amor, donde amas y te aman, donde están a tu lado y tú al suyo sin hacer equipo necesariamente. En cambio, no puedes hacer equipo si las relaciones no se basan en la unión y verdadera colaboración. Hacer equipo es dar un paso más allá. Es crear una estructura mucho más fuerte porque hay un objetivo, una dirección a la que dirigirse y para la que se pone toda la energía, que se suma.

Existe el miedo generalizado de perder la identidad individual cuando se hace equipo. El equipo no fagocita, sino que potencia los valores y el poder personal. No acabas formando parte de una masa uniforme, sino que brillas como cada integrante con tu estilo personal.

Para que el equipo funcione, los miembros tienen que estar en plenas facultades a todos los niveles. Por ese motivo es fundamental asentar unas bases que se fundamentan esencialmente en no sufrir ni hacer sufrir, en poner a las personas y las relaciones por encima del sistema social que antepone las normas, los papeles, las reglas, las firmas, los anexos, la letra pequeña por encima de los seres humanos, creando una distancia insalvable entre ellos generando destrucción con miedo, abuso, sacrificio, obligación… Que las personas del equipo garanticen su perfecto estado y funcionamiento significa que el poder y la fuerza es cada vez mayor, haciéndose invencibles. Invencibles en el sentido de que no pueden con ellas porque no se rinden, no se venden y siguen adelante desde la bondad.

El paso previo, posterior e intermedio es la comunicación y la búsqueda de soluciones sanas a cualquier conflicto. Las relaciones deben mantenerse limpias por el bien de todos y todas. He aquí unos ejemplos de las causas típicas de peligro en el equipo: luchas de poder, falta de responsabilidad, vacío de poder, miedo a quedarse fuera y no hacer equipo, miedo a quedarse muy dentro y no desarrollarse como individuo, etc.

Todo eso son problemas personales que se llevan al grupo, se proyectan en él, y visto desde el lado positivo, es la oportunidad de darles solución. De lo contrario se empiezan a crear subgrupos, conflictos que no se resuelven cuando no hay voluntad de hacerlo y por fin, destrucción del equipo.

La formación del equipo es horizontal, no hay jerarquías. En el equipo la clave es la colaboración, no la competición. Hay una persona que dirige porque en ese momento es la más adecuada, y se van relevando para que la persona descanse y además todas puedan ejercer la labor de dirección o guía. No hay mayorías ni minorías, se busca el bien de todos, colectivo e individual, porque es posible y porque no se aceptan «víctimas asumibles».

Atención: ni caso a quienes transmitan actitudes y comportamientos pesimistas, que se someten al sistema, secuaces del dinero y el poder sin escrúpulos y demás parientes. Su discurso para abatir el equipo, del que no quieren formar parte, es el de la descalificación y el desprecio, con ataque frontal o indirecto, y el mensaje es siempre parecido: somos gente loca, ilusa, colgada, que perseguimos una quimera, una utopía y que ya nos daremos cuenta de nuestra equivocación. Esos, lo más suave. Hay quienes, con impotencia y rabia exclaman que eso no es posible y que todo es mentira y que somos unos farsantes. ¿Por qué no quieren formar parte? Porque no creen en los seres humanos ni en la Vida. El daño que tienen con eso es grande, y la voluntad de cambiarlo, muy pequeña.

En todo caso, cuando los ataques nos pillan cerca, protegerse, y cuando nos van a dar, defenderse. Y todo el rato, seguir haciendo equipo para construir.

El equipo lo pueden formar dos personas, tres o más, e incluso toda la humanidad. El objetivo puede ir desde educar a un niño o una niña, en el caso de los padres y madres que hacen equipo para ello -junto con el profesorado y todo el entorno cercano- hasta hacer un cambio global con todos y cada uno de los seres que habitamos este planeta. 

En el equipo hay una consigna crucial donde se asientan las bases: la Vida es sagrada. Ésta regula todas las acciones y relaciones de manera horizontal y transversal. Integrando este parámetro e integrando la vida como un miembro del equipo, es imposible la derrota, el éxito está asegurado.

1 comentario:

  1. Una forma verdadera y profunda de entender cómo funcionan las relaciones personales. Gracias. Lorena.

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